Pedro
M. de la Cruz
Director
de La Voz de
Almería
El
posicionamiento de la mayoría del PSOE almeriense a favor de la candidatura de Susana Díaz no puede entenderse sin
tres situaciones que han marcado la hoja de ruta socialista en los últimos tres
anos. El primer capítulo ocurrió en las horas previas al Comité Provincial
celebrado por los socialistas el jueves 29 de julio de 2010 en Mojácar. La
pugna entre griñanistas y chavistas había alcanzado su máxima tensión y “El
Alamo” que defendía Diego Asensio
desde la secretaría provincial era una fortaleza asediada desde Sevilla y
saboteada desde Almería.
Susana Díaz y Sánchez Teruel |
Las
tropas de asalto lideradas por Mar
Moreno desde el Consejo de Gobierno y por Luis López y Nono Amate
desde el interior prepararon para aquella tarde la batalla final. No pudo ser.
Desde Sevilla hubo contraorden y el golpe se paro en el último minuto. La
guerra por la sucesión de Griñán había
comenzado y Susana Díaz no estaba
dispuesta a que la entonces consejera de Presidencia captara para su tribu a
los “indios” almerienses (escribo “indios” porque es la palabra que utilizan
los políticos para calificar sus apoyos en cada pueblo o provincia, nunca en
tono peyorativo).
Desde
1979 Almería ha sido para el PSOE andaluz una colonia en la que las diferentes direcciones
provinciales siempre han ejercido un poder delegado. Pepe Batlles obedeció a Borbolla;
Azorín y Amate, a Carlos Sanjuán;
Martín Soler a Chaves, y Diego Asensio
a Pizarro. Ninguno tuvo nunca capacidad
real de maniobra. Susana mandó parar
y cumpliendo con pulcritud legionaria el mandamiento de obediencia, Juan Antonio Segura Vizcaíno, Manolo García Quero y Juan Antonio Lorenzo propiciaron una
solución menos dramática. Asensio seguiría
de secretario provincial pero una comisión política dirigida por Segura Vizcaino sería la encargada de
diseñar la estrategia a seguir. Asensio
reinaría y Segura mandaría.
Asensio vio la jugada y se aprestó a
ella. “Llegamos muertos a Mojácar y hemos salido vivos”, dijo satisfecho al
despedirse aquella noche de uno de sus amigos tras la batalla. El tiempo es el
mejor consejero y el senador ya había aprendido que una comisión integrada por
decenas de militantes estaba condenada al fracaso. Así fue. Con aquella jugada Asensio ganó tiempo; Segura, protagonismo, y Susana, futuro.
El
segundo acto ocurrió en la mañana del l de junio de 2011. El domicilio de Adela Segura en la plaza de San Pedro fue
durante las semanas previas un comité permanente en el que cada día se contaban
las cartas de dimisión que harían caer a la ejecutiva y obligar así a la
celebración de un congreso extraordinario. Mar
Moreno, como en el comité de Mojácar, controlaba y auspiciaba la operación.
En la otra acera Susana Díaz
contemplaba con inquietud los movimientos.
Fue
entonces cuando alentó al grupo de Segura
Vizcaíno a sumarse a la batalla aportando la dimisión del comité de los
siete miembros que controlaba. Pero los guerristas no estaban porque les acompañara.
En
la mañana del Dia D y antes de ir a la sede de Pablo Iglesias representantes de
los dos sectores se reunieron en una cafetería. Fue allí donde Segura se enteró que cada uno iría por
su lado y que la acera de la avenida Pablo Iglesias no la recorrerían juntos. El
pactismo de un año antes en Mojácar le pasaba factura. Si la posición moderada
de Susana había ganado el comité de
un año antes, era ahora la posición de Mar Moreno la
que
se imponía.
El
tercer acto rompió el empate. Cuando los triunfadores de junio de 2011 optaron
por José Luis Sánchez Teruel para apoyarlo
en la elección de secretario provincial olvidaron que en política las
apariencias siempre engañan. Teruel
era un clon del Martín Soler del 98.
Tímido, con capacidad de escuchar, que entraba en las reuniones casi pidiendo
permiso, un tipo al que todos creyeron poder manejar. Eso fue lo que pensaron de
Soler doce años antes Blas Díaz, Juan Callejón, Antonio
Llaguno y Paco Contreras, y eso
mismo es lo que creyó la viaja guardia cuando apostó por Teruel.
Lo
que nunca se les pasó por la imaginación es que acabarían enterándose de los
cambios en las delegaciones provinciales de la Junta media hora antes de los nombramientos y,
mucho menos, que Sonia Ferrer sería
la elegida frente a sus tres candidatos para la Delegación del
Gobierno.
Los
políticos no tienen memoria para sus compromisos, pero sí para guardar los agravios
y, a pesar de algún cambio de cromos, aquellas decisiones no se olvidarán nunca.
Sánchez Teruel no debería ignorarlo.
Con
lo que nadie contaba es que Griñán
moviera ficha tras su inesperada permanencia
en
el poder. Mar Moreno cambió de
consejería y era Susana Díaz la que
se sentaba a la derecha del presidente. La sevillana había ganado a la
jiennense y Teruel, que vio venir la
jugada desde lejos, ya se había situado meses antes a su derecha acompañado por
Adela Segura y sus hombres y mujeres
de confianza.
Susana no es Chaves; tampoco será Griñán;
pero el BOJA de los nombramientos (y por tanto de los apoyos) sigue siendo el
mismo. No va a hacer la renovación con dirigentes de hace veinte años. Lo sabe ella
y lo sabe Teruel. Lo que no sé si lo
sabe es la vieja guardia. Pero ya se enterarán. El cambio de verdad empieza ahora.
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