Pablo Venzal
Concejal
de Urbanismo de Almería
Es
condición de la izquierda arrogarse la defensa de lo público, utilizando para ello
una carga demagógica que no se corresponde con la realidad. El último frente abierto
por la oposición socialista en el Ayuntamiento de Almería apunta a la “pérdida”
–dicen- de patrimonio municipal, cuando los hechos -y los datos- evidencian todo
lo contrario.
Para
no extendernos demasiado, durante el año pasado, por ejemplo, el Ayuntamiento
no solo no vendió ninguna de sus propiedades, sino que adquirió hasta un total
de 99 a través
de distintos mecanismos: reparcelaciones, compra directa, cesiones, obra nueva
o expropiaciones.
Son
datos incontestables que la oposición no solo no quiere reconocer, sino que, en
algunos casos, incluso siembra la semilla de la sospecha, como en la adquisición
del antiguo hospital de la
Virgen del Mar, en pleno Centro Histórico.
Todo
ello tiene como objetivo fundamental disponer de un patrimonio municipal que,
en muchos casos, ya está siendo utilizado para acoger servicios municipales, cederlos
a colectivos o asociaciones, impulsar iniciativas de emprendedores que generan
empleo o sacarlos a concesión para generar ingresos para el Ayuntamiento.
Es
decir, su adquisición responde a una planificación del Ayuntamiento debidamente
trabajada, nunca dejada a la improvisación ni, mucho menos, con afán de buscar
un bonito titular de prensa.
Un
trabajo que pretende seguir haciendo ciudad, mejorar las estructuras de la
misma con
proyectos
ilusionantes cargados de realidad, como la consecución del suelo necesario para
la mejora de la entrada a la ciudad por Pescadería o la cesió de 20.000 metros cuadrados
de suelo (playa de vías), junto a la estación de Renfe que se convertirán en
zona verde y espacios libres.
La
eficiencia y eficacia que hemos comprometido con la ciudad en la gestión de los
recursos nos obliga a no adoptar decisiones de las que luego podemos arrepentirnos.
No queremos para nuestro patrimonio escenas desoladoras que presentan algunos
recursos que sí dependen de otras administraciones, como la Junta.
Ahí
está el Cable Inglés, cuya rehabilitación se encuentra paralizada, o la Alcazaba , o la propia
Plaza Vieja, cuya segunda fase duerme el sueno de los justos a pesar de los
intentos municipales de abordar dicho proyecto.
No
se trata de pedir por pedir, sino de hacerlo con cabeza. Por desgracia, la
ciudad tiene ya demasiados ejemplos de políticos con tanta ‘altura de miras’,
como los definiría la concejala Serón, que llegaron a construir en el aire
hospitales, escuelas de golf o facultades universitarias que nos hicieron levitar
a todos los almerienses.
El
problema fue cuando nos despertamos.
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