Hernando y Arenas, diputados cuneros

Celso Ortiz
Profesor de la UAL

Si nos paramos a pensar, los almerienses tenemos dos representantes cuneros que, en los tiempos que corren, atraviesan por dos circunstancias antagónicas. Uno de ellos lleva una temporada sin abrir el pico, el otro no para de hacer declaraciones. Si ustedes no lo han adivinado, estoy hablando de Javier Arenas, que tal parece que se lo hubiera tragado la tierra, y de Rafael Hernando, que se está haciendo famoso en España entera con esas declaraciones que nos regala cada día más sonoras, por llamarlas de alguna manera.

Hernando y Arenas, en un mitin en El Ejido
El mutismo del primero coincide con la elocuencia del segundo, en cuanto se refiere al tiempo que llevan el uno mudo y el otro parlanchín, y que viene a ser, más o menos, el mismo que el extesorero y exsenador de su partido lleva en chirola. ¿Pura casualidad? Presiento que no. La sombra de Bárcenas es tan alargada que ha llegado hasta nuestros diputados que, aunque no son almerienses, nos representan, uno en el Parlamento Andaluz, y otro, en el Congreso.

En cuanto al de Sevilla, que encabeza la lista por Almería, así mismo también encabeza la lista de los papeles de Bárcenas. Ese detalle unido al énfasis con que se deshizo en elogios hacia la persona del susodicho, con frases tales como que "nuestro tesorero ha sido un ejemplo de buen trabajo, profesionalidad y, en nuestra organización, siempre ha sido un ejemplo de decencia", hoy enmudecen a cualquiera y no es extraño que el Campeón se haya quedado sin habla y no sepa dónde meterse.

En cuanto al de Guadalajara que lleva más de veinte años representándonos en el Congreso de Diputados, de poco nos sirve. Más bien es uno de esos paniaguados que hay que colocar en alguna provincia que le dé cobijo y mantener en la reserva para cuando haya que realizar esas tareas que producen nauseas. Y desde luego que no hay persona más idónea que Hernando para semejantes menesteres. En su currículum se acumulan méritos sobrados para considerarlo capaz de soltar por su boca lo que le echen. Y la espantada que ha provocado en los medios el caso Bárcenas entre sus colegas de partido ha supuesto una plataforma para el estrellato del alcarreño que se ha quedado solo haciendo declaraciones. Hasta Carlos Floriano ha tirado la toalla, dejando el camino libre para que se luzca. Cuando calificó como un acto de cortesía los SMS que Rajoy enviaba a Bárcenas, se quedó descansando. Ahora se dedica a despotricar para desviar la atención del marrón que salpica a sus amos. (El Almería).

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