Patricia
Ortega Dolz
Periodista / El
País
Tres
centímetros. Una pequeña distancia. Pero fue clave para que Juan Manuel Sánchez
pasase de ser un perfecto desconocido que trabajaba esporádicamente de camarero
en un pueblo en el corazón del desierto almeriense llamado Albox, a convertirse
en el primer ganador del concurso Masterchef España, en un famoso de la tele de
25 años que ahora va por la calle con gafas de sol y gorra y que el pasado
lunes preparaba un ajoblanco en la cocina de su casa. Son exactamente los tres
centímetros que van de 1,87 a
1,90 metros
de altura, los mismos que descartaron a su hermano Félix de los cástings de
míster España en 2009. La frustración de uno fue el impulso a la fama del otro.
Juan Manuel Sánchez con su madre, Juani, en su casa de Albox el lunes pasado. Fran Leonardo |
En
la estantería del salón de su casa, un cortijo con palmeras, gallinas y gatos,
oculto bajo una fachada desconchada del municipio, se guardan sendos símbolos:
el del fracaso y el del éxito. Ambos elaborados por Juani, la madre y el motor
de esta familia de tres hermanos huérfana de padre. Uno es un book de fotos de
Félix -vestido con traje, en plan deportivo, más casual, de motero…- que
permanece oculto en un cajón. El otro, bien visible sobre la estantería, es una
figura de un cocinero hecha a mano con goma eva, “el último grito en plástica”,
dice esta maestra de escuela que se ríe de las “raspas enharinás” de los
restaurantes de lujo una vez reconvertida en la juez culinaria de su propio
hijo: “No tengo tomillo para la carne, pero puedes ponerle un toque de hierbabuena”.
El
caso es que si Félix -el mediano- no hubiera fracasado en el intento de
convertirse en el hombre más guapo de España, Juan Manuel -el pequeño- no
habría triunfado como chef. Fue precisamente Félix, “a pesar de no haber
llevado siempre bien su frustración”, quien animó a su hermano a presentarse
cuando se enteró de que empezaban las pruebas para un nuevo concurso televisivo
de cocineros. “Fue él quien le dio todas las primeras informaciones, porque
trabaja en Canal Sur y se enteraba de todo. Y fue él quien le empujó”, cuenta
Juani que, del mismo modo que en su momento confeccionó el book de Félix, se
encargó después de grabar y editar el vídeo de presentación de Juan Manuel.
Pero
no todo fue por esos tres centímetros. Antes existió una mujer. Se llamaba
Emilia Gea. Era de Cantoria (el pueblo de al lado) y falleció hace tres años
dejando en esta familia un gran legado culinario.
Después
de su madre, es Juan Manuel el que más ha asimilado la destreza de su abuela,
que durante gran parte de su vida cocinó para unos marqueses franceses en
París. “A mí me mandaron de vuelta aquí con unos familiares a los 17 años antes
de que me echara novio”, se ríe Juani, mientras Juan Manuel -que asegura no
haber conseguido nunca “ese sabor del pisto” de su abuela- termina de darle el
punto a la carne en el mostrador de una cocina americana embaldosada con aire
andaluz.
Madre
e hijo viven juntos (y solos) desde que sus hermanos abandonaron el hogar, “uno
a Sevilla y el mayor a Brasil”. Y la convivencia -las cenas y comidas
preparadas por Juan Manuel a diario y los cigarrillos de sobremesa- les han
hecho cómplices. Juani le acompaña a todas partes.
“Tengo
una agenda muy cargada: ahora mismo voy a la radio a Murcia, en unos días
estaré firmando libros en el pueblo de al lado, después inauguraré las fiestas
patronales...” La vida de Juan Manuel -que visto en su casa emplatando detrás
de la barra de la cocina recuerda bastante al chico que se veía por televisión,
pero sin delantal- se ha llenado de citas “de aquí a septiembre”. Después se
irá a Madrid a hacer el curso que ganó -aparte de los 100.000 euros y un libro
de recetas ya publicado- al resultar campeón en la primera edición de
Masterchef española.
Ya
sobre el hule naranja de la mesa del comedor (“se me olvidó poner el mantel
pero da igual, ¿no?”), con el ajoblanco servido en vaso y un apetitoso plato de
solomillo con una salsa deliciosa que le llevó “dos horas de reducción”, Juan
Manuel reconoce que tardó días en asimilar “lo de ser famoso”. Cuenta que se
encerró en esa casa para prepararse psicológicamente. Y asegura que su objetivo
es simple: “Tener un restaurante al alcance de todos”.
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