Emilio
Ruiz
El
próximo día 7 de septiembre Susana Díaz será investida presidenta de la Junta de Andalucía. Será el
quinto presidente de la etapa autonómica, iniciada en 1982. Pocas horas
después, la nueva presidenta hará públicos los nombres de quienes conformarán
su Consejo de Gobierno. Nadie duda de que, a estas alturas, la presidenta in péctore debe tener ya más o menos perfilados los nombres de sus
consejeros. ¿Seremos, esta vez, los almerienses, afortunados en las
nominaciones?
Recio y Soler han sido los dos últimos consejeros almerienses |
Almería
no ha sido nunca una provincia con suerte a la hora de que algunos de sus
ciudadanos reciban el honor de ser nombrados consejeros. Si no me falla la
memoria, creo que han sido media docena
los elegidos en anteriores ocasiones. Recordémoslos: Inmaculada Romacho, José
Luis García de Arboleya, Fuensanta Coves –considerémosla almeriense-, Cándida Martínez, Martín Soler y Manuel Recio.
Los mejores
¿Por
qué tan pocos? La respuesta que habitualmente ha dado el PSOE es tan sorprendente
como desacertada: se eligen consejeros a
los mejores, sin mirar su lugar de procedencia. Además de ser una
justificación humillante para Almería, la realidad es bien distinta.
Desde
hace mucho tiempo, el PSOE tiene establecido un “pacto de caballeros” -no escrito y, por ende, no siempre
respetado- que estipula que las designaciones de consejeros, en cada una de las
legislaturas, deben atenerse a tres principios:
El primero, procurar que el lugar de procedencia se diversifique
entre las ocho provincias, de tal forma que si alguna de ellas se quedara en
una legislatura sin “representación” (a los presidentes no les gusta ni este
término ni el de cuotas, y tienen razón), es ineludible que a la siguiente
exista dicha “representación”. En el caso de Almería, este incumplimiento ha sido fragante, por más que en ocasiones se haya
intentado “vestir el santo”. Por ejemplo, cuando se quiso “almeriensar” al consejero de Agricultura Miguel Manaute, sevillano
de El Arahal, haciéndolo parlamentario por Almería.
Turismo, para
Málaga
El segundo principio, procurar que el
consejero de Turismo esté relacionado
con Málaga. Si hacemos un sencillo ejercicio de memoria veremos que, de los
últimos cuatro consejeros de Turismo, tres están vinculados a Málaga. Rafael
Rodríguez es malagueño. Su predecesor, Luciano Alonso, es cacereño, pero
malagueño de adopción. Paulino Plata es más malagueño que melillense. Sólo
Sergio Moreno escapó al “pacto”. Tres a
uno.
Y el tercer principio ha sido procurar siempre
que el consejero de Educación esté vinculado
a Granada y/o su Universidad. Aquí, el pleno es casi total. Recordemos los
nueve nombres de consejeros de Educación. Siete tienen esa vinculación. Mar
Moreno es licenciada por la UGR.
Álvarez de la Chica
y Teresa Jiménez son granadinos. Las almerienses Cándida Martínez e Inmaculada
Romacho están estrechamente ligadas a la UGR.
Manuel Pezzi se puede considerar más granadino que malagueño
y lo mismo hay que decir de Antonio Pascual, aunque fuera jiennense de
nacimiento.
Almería pide
Agricultura
Creo
que me hago eco del deseo de los almerienses, no sólo de los que tienen carné o
votan socialista, cuando solicito a Susana Díaz que a los tres principios del
“pacto de caballeros” señalados añada un cuarto: que el consejero de Agricultura sea de Almería o esté fuertemente
vinculado a la realidad agrícola de nuestra provincia.
No
es una petición caprichosa. Los
datos nos otorgan toda la legitimidad para que sea atendido nuestro deseo. Andalucía concentra en torno a la cuarta parte
de la Producción
Agraria española. Pues bien, de esta cantidad, también la
cuarta parte, o sea, en torno a 2.000-2.500
millones de euros, tienen origen almeriense. Muy por detrás andan Sevilla y
Jaén, que representan el 16 % y el 15 %,
respectivamente, del valor nominal de la Producción Agrícola
andaluza.
Si
los datos los valoramos en Renta Agraria, la importancia de Almería dentro del
contexto andaluz es igual de significativa. Ronda los 1.800-2.000 millones de euros. Almería sigue siendo la provincia
que supone una mayor aportación a la Renta Agraria en Andalucía, representando en 2010
el 20,9 % de ésta, seguida de Jaén (17,4 %), Sevilla y Córdoba, en ambos casos
con una participación en torno al 15%.
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