Manuel
León
Redactor-Jefe
de La Voz de
Almería
El
misterio no saben resolverlo ni los más viejos del lugar: la gamba roja de Garrucha,
el mayor atractivo gastronómico de este puerto de mar del Levante almeriense,
ha desaparecido como por ensalmo. Desde hace más de un mes, los escasos barcos
de arrastre que faenan en los caladeros de marisco del municipio se amarran a
puerto con ¡cero ejemplares! a bordo o, a lo sumo, con tres o cuatro que caben
en el puño de una mano.
Lonja de Garrucha |
El fondo marino a 350 y 400 brazas donde se pesca este cotizado crustáceo sigue
siendo un enigma insondable incluso para los más avezados pescadores y biólogos
marinos. Nadie se atreve a dar un certero diagnóstico.
La espantada de la gamba está causando un gran trastorno en la flota pesquera y en la hostelería local. De hecho, de los nueve barcos que quedan en este histórico muelle, solo tres o cuatro se están haciendo a la mar en las últimas semanas. Los gastos diarios de gasóil superan los 600 y 700 euros y hace que no sea rentable salir a faenar con ese nivel tan ínfimo de capturas.
El patrón mayor de
En parecidos términos se expresa Luis Gea, patrón del Galindo Gea, “nunca he visto esto, ha habido malas rachas de pillar cinco o seis kilos pero nunca que la gamba haya desaparecido por completo de la noche a la mañana”.
Esta situación ha hecho que durante este verano algunos barcos de Arrastre de Almería como El Secre o Virgencita hayan vendido gamba de
Lo más sorprendente de esta inédita carestía de marisco es que afecta a todos los caladeros tradicionales por igual como Canto Nuevo, Canto Pote, Canto
El
patrón mayor ha contactado con el subdelegado del Gobierno, Andrés García
Lorca, para explicarle la situación de penuria de la flota local. El
responsable del Gobierno Central se ha comprometido a promover alguna
iniciativa que pueda paliar esta crisis sin precedentes de capturas.
Un estudio científico del CSIC concluye que la clave está en las cascadas
submarinas. Cuando hay un invierno frío y ventoso, las larvas de la gambas
descienden a más de mil metros de profundidad donde no son capaces de llegar
los artes de pesca.
Debe tratarse de un fenómeno de movilidad exterior, pregúntenle a Dª Fátima Báñez
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