José
Fernández
Periodista
Engolados
y displicentes, destacados socialistas locales están capeando la indignación colectiva
en nuestra provincia por la nueva y ya tradicional ausencia de almerienses en
el gobierno de la Junta
del PSOE de Sevilla, calificando de “provincianos” a cuantos han puesto el
grito en el cielo por ello. Como también debo ser un provinciano, me van a
disculpar si no abordo la cuestión desde la exquisitez geográfica y me fijo en
la grosera estadística para volver a recordar que en treinta años de gobiernos
socialistas en Sevilla,
apenas cinco o seis almerienses han sido escogidos para tareas de gobierno en la
capital del sultanato.
Pero
esto no parece importar a quienes están dispuestos a ponderar el excelente
sabor y la riqueza vitamínica de la copiosa deposición de sus compañeros sevillanos
sobre Almería. Pero tal como lo ve uno, el verdadero agravio de la Junta sevillana hacia Almería
no reside en la partida de nacimiento de sus consejeros, sino en su gestión: en
su minuciosa y permanente labor de obstaculización al crecimiento almeriense.
Agravio
es tardar diez años en traer la A-92
a Almería. Agravio es tener al Ayuntamiento de la capital en ruinas. Agravio es
ver la Alcazaba
con chorreones de humedad secular por las murallas. Agravio es prometer un hospital
en unas elecciones y luego desaparecer del mapa. Agravio es tener la autovía
del Almanzora en búsqueda y captura. Agravio es anunciar una facultad de
Medicina y darse a la fuga. Agravio es educar a los niños almerienses en
barracones. Agravio es impedir que Almería capital tenga un Corte Inglés. Agravio
es ignorar las peticiones de los ayuntamientos para que se limpien las ramblas.
Esos
son algunos de los agravios de la
Junta de Andalucía con la provincia andaluza de Almería. Y
ahora, que Susana Diaz vuelva a decir, como señaló en una entrevista en La Voz de Almería, que “los almerienses
cada vez sienten mas cerca de la
Junta de Andalucía”. Habrá que entenderlo como una amenaza.
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