Francisco García Caro
Presidente de la Plataforma por
Andalucía Oriental
La Plataforma por Andalucía Oriental
muestra su preocupación ante los datos publicados por el informe 'Pobreza 3.0’
que colocan a la comunidad autónoma andaluza en el primer puesto de pobreza de
toda Europa. Está claro que la unión artificial de dos regiones
históricas como son la Alta y la Baja Andalucía ha sido todo un fracaso. Esta
organización territorial se hizo atendiendo a intereses económicos y políticos
que poco tenían que ver con las necesidades de los habitantes de estas
provincias del sur de España.
Cuando en la Asamblea de Córdoba de 1933
los representantes políticos y sociales de las provincias de Almería, Granada y
Jaén advertían de que unir las regiones de Andalucía Oriental y la Occidental
acarrearía más problemas que soluciones no andaban mal encaminados. Con la
entrada de la democracia a finales de la década de los 70 también se insistió
desde Andalucía Oriental en la necesidad de crear las dos regiones del Sur de
España como comunidades autónomas independientes. Así lo avalaba la historia.
Una propuesta. Tras este error histórico, nuestra asociación no
quiere centrarse en el problema sino en aportar soluciones. Por ello, ante la
grave situación que sufren muchos ciudadanos de las provincias de Almería,
Granada y Jaén, además de los del resto de nuestro país, queremos plantearle al
Sr. Rajoy nuestra propuesta con el objetivo de que sea implantada en toda
España.
Las comunidades autónomas fueron la gran
apuesta de la naciente democracia española de finales de los años 70 y
principios de los 80. Entonces se organizó el Estado español en diecisiete
comunidades autónomas con la supuesta intención de equilibrar el territorio
nacional. Sin embargo, desde las primeras decisiones que se tomaron, se empezó
a desvelar que los beneficiarios del nuevo sistema eran los distintos grupos de
poder que gestionaban recursos económicos en las distintas autonomías que ellos
inventaron.
Las comunidades autónomas, mini-estados. Pasados más de
treinta años, los ciudadanos hemos ido evaluando las fortalezas y deficiencias
del sistema autonómico. La situación económica actual nos hace reflexionar
sobre la viabilidad económica del actual “estado de las autonomías”. Hablar del
estado centralizado ha dejado de ser un tema tabú. Está perdiendo efecto la
estrategia de los ideólogos de los nuevos mini-estados en que se convirtieron
las comunidades autónomas.
Estos lobbies políticos han resultado
dañinos para las personas y entidades independientes que pretendían una España
más próspera, igualitaria y democrática.
Este sistema tiene que cambiar. Somos cada vez más los españoles
que opinamos que este sistema tiene que cambiar de raíz, ya que no nos
representa y no significa una alternativa al elevado gasto público que está
hundiendo la economía y el futuro de los más de cuarenta millones de españoles.
Por otro lado, la política de equilibrio
territorial que pretendía conseguir la Constitución Española se ha demostrado
fracasada. Se crearon comunidades autónomas sin base histórica, lo que ha
provocado que regiones como Andalucía Oriental quedaran gravemente afectadas al
observar cómo sus derechos históricos, económicos, sociales y políticos se
veían aminorados y en muchos casos usurpados completamente en beneficio de la
otra parte de la comunidad autónoma, que a su vez aumentaba sobre manera su
poder político, sus infraestructuras, tejido industrial y número de empleados
públicos debido a una centralización de la mayoría de organismos y entes
públicos.
Costosas estructuras burocráticas. La racionalidad económica y
equilibrio territorial de la primera generación de estatutos de las comunidades
autónomas a principios de los 80 ha dado paso a las costosas estructuras
burocráticas en que han quedado convertidas las comunidades con la reforma de
dichos estatutos durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El actual modelo resulta inviable ante
la falta de recursos económicos, dado que estos se han agotado debido a la mala
planificación y al derroche de los políticos en el poder: en cada comunidad
autónoma siguen existiendo decenas de organismos, empresas públicas,
patronatos, agencias, etc., que no parecen necesarios ni eficientes, y sólo
sirven para llenar los bolsillos de sus múltiples cargos. No deben seguir como
tales mientras los ciudadanos pierden derechos en educación, sanidad y otros
servicios de primer orden.
Para argumentar todo lo expuesto sobre
la temprana deformación de la estructura administrativa de estas nuevas
entidades, resaltamos varios ejemplos contrastables:
1) Informes previos de expertos administrativistas aconsejando un modelo único de comunidades autónomas apoyado en las entidades territoriales preexistentes, es decir diputaciones, con mecanismos análogos a los de mancomunación.
2) Caso de artículo 4.4 de la Ley Orgánica 6/1981, de 30 de diciembre, de Estatuto de Autonomía para Andalucía, que establecía la administración periférica de la Comunidad autónoma a través de diputaciones, y su rápida modificación mediante la Ley 11/1987, de 26 de diciembre, reguladora de las relaciones entre la Comunidad Autónoma de Andalucía y las Diputaciones Provinciales de su Territorio, para constituir y consolidar delegaciones provinciales de la Comunidad, instaurando un modelo duplicado de delegaciones provinciales de la Comunidad autónoma que fue consagrado a través de Ley orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de Reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.
3) Nuevo intento de superponer nuevas organizaciones territoriales a las preexistentes diputaciones, a través de la Ley de Veguerías de Cataluña aprobada el 27 de julio de 2010.
4) Bases para la Elaboración del Estatuto de Autonomía para Andalucía Oriental publicadas en 1924, documento que plasmaba una organización autonómica para la Región de Andalucía Oriental basada en una mancomunidad de diputaciones provinciales. Nuestra Asociación lo toma como modelo a proponer para dotar a la administración de eficiencia, tanto en el gasto como en la gestión de los recursos de interés de las provincias.
No existiría Parlamento. No existiría Parlamento autonómico ya
que los diputados provinciales compondrían el órgano legislativo, que se
reuniría en las distintas diputaciones. Tampoco habría sede del Gobierno de la
comunidad autónoma, ya que el mismo, formado por los diputados provinciales,
visitaría todas las provincias, sistema parecido al que utiliza la Unión
Europea. Las consejerías y demás órganos de poder estarían distribuidos
geográficamente por toda la región, beneficiando de esos puestos de trabajo y
riqueza a todos por igual.
Se evitaría la duplicidad actual de
cargos públicos gestionando los diputados provinciales la administración
autonómica en las provincias, con el consiguiente ahorro en representación,
dietas, sueldos, asesores, etc. Todo esto es el “acercamiento del poder
al ciudadano”, lo contrario que sucede en el gigante autonómico llamado
Andalucía y en otras muchas comunidades españolas. Además proponemos la
creación de órganos de control independientes, sin influencia de los
gobernantes, que velen por una democracia real para nuestro país.
Es intolerable que millones de familias
vivan en la pobreza, cuando hay soluciones que se pueden adoptar. Por todo
ello, desde esta Asociación pedimos al Sr. Rajoy que tenga en cuenta que somos
muchos los ciudadanos españoles que queremos un modelo de gestión territorial
que de verdad responda a las necesidades del interés general de los
ciudadanos.
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