Javier Salvador
Periodista / Teleprensa
Un tocayo de Gabriel Amat pero de apellido Miró y de oficio novelista, y hasta ahí podían llegar las coincidencias, escribió en una ocasión que "por ruin que haya sido el pecado, son más ruines los que con él se gozan". Nunca pensé yo que me daría lástima alguna la caída del campechano presidente del PP de Almería, y realmente me la da, aún sabiendo de su personal disfrute con las desgracias de otros. Pero he de reconocer que le creía mucho más arropado por los suyos, por lo menos por esos a los que podemos considerar más cercanos y que no hacen otra cosa que pasarle la mano por la espalda durante estos días aunque no para consolarle, sino para sacarle del escenario y ocupar su espacio.
Luis Rogelio Rodríguez y Gabriel Amat |
Y no se pueden imaginar los movimientos que hay. Confieso que hasta ayer no sabía exactamente la edad de Gabriel Amat (en 2014 cumplirá 70), su achaques, manías y demás, y lo cierto es que tampoco me interesan, pero al final no me quedó otra que escuchar de principio a fin y ya se sabe que se murmura más a gusto de un amigo, en este caso hasta compañero y jefe, que de un enemigo porque se le conoce mejor. Y la historia de Hispano Almería ha dejado tan poco lugar a dudas, pese a que es una instrucción que sólo habla de presunta financiación ilegal, de sobres y pagos en B, que Amat y Luisro, el alcalde, ya han sido condenados por la opinión pública pese a ese desesperado intento de sus medios amigos de intentar suavizar lo inevitablemente amargo del trago. Y es injusto, ciertamente, pero les pasa como con las víctimas del terrorismo, que los dos mencionados han jaleado tanto asuntos del tipo asesores, facturas del patronato de turismo y cosas así, que ahora que se habla de millones y millones de euros, y no de una convidada de churros por 400 euros de un alcalde, además de quedar como unos mequetrefes políticos merecen ser culpables por partida doble.
Pero lo más impactante de esta guerra de sucesión que empieza en el PP es que precisamente la empiezan quienes irremediablemente tienen que caer con los jefes, porque la limpieza no va de quitar de en medio a cabezas de turco a punto de la jubilación, sino de eliminar del panorama a aquellos que junto a sus particulares líderes implantaron una forma no hacer política, sino de enriquecerse.
En el caso de los recibís de Hispano Almería, lo que todo militante del PP tiene claro es que si hay algo de mentira en todo este asunto es que ese dinero del que se habla nunca llegó a la sede ni se gastó en las campañas. Porque sí, todo lo que ven de parafernalia vale dinero, pero la mayor parte de ello sale de las subvenciones que reciben los propios partidos y de lo que rebañan de aquí y de allí.
Y ustedes se preguntarán quiénes son los situados y los descartados. Pues, por ejemplo, Aureliano García, el vicepresidente de la Diputación, al que pillaron de risas cuando sus colegas de fiesta levantaban el brazo a lo fascista para hacerse unos cánticos mientras él, con cargo público y sueldo pagado por todos permaneció impasible, está descartado. De hecho, muchos de sus colegas de partido han dimitido por ello y la estrategia de evitar que los recortes de prensa con la historia en cuestión no lleguen a Madrid le han valido de poco, porque ya lo tienen todo, pero todo y todo.
Amizián, una joven promesa cuya carrera política se estrelló con unos cuantos grados de alcoholemia de más, se preparaba para la siguiente legislatura, pero se cae como el anterior con el alcalde, que tendrá que justificar no sólo la terraza arreglada por Hispano Almería, sino todo aquello que no casa con el sueldo de un político y que él a estas alturas pensaba que nadie le iba echar en cara.
Muy bien situado estaba Pablo Venzal, pero la parte más conservadora del PP ya lo sacó de las quinielas hace un par de partos, porque no sólo hay que ser recto, sino además parecerlo. Entre las mujeres obviamente estaba Carmen Crespo, pero no tardarán en salir las obras que Hispano Almería ha hecho en Adra. Creo que es capítulo seis del serial.
Pero no se preocupen, que gente hay. Los parlamentarios andaluces es un grupo compacto que bien puede servir para hacer un borrón y cuenta nueva y entonces, sólo entonces, puede que encuentre entre sus afiliados y las familiar allegadas, gente de empresa, verdaderos conservadores con ganas de hacer política pero que no estaban dispuestos a salir en la foto con cualquiera y menos con quienes no podían justificar su nivel de vida, porque al final todo va de eso, de vivir de la política o para ella.
Me parece muy oportuno el artículo, ya era hora de que alguien plantee públicamente el tema de la sucesión en el PP...El día en que Amat se vaya, el partido se convertirá en una jaula de grillos...Y eso repercutirá muy negativamente en el devenir de la provincia...¿Quién logrará alzarse con el poder?...La batalla va a ser tremenda...
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