Emilio Ruiz
www.emilioruiz.es
Hace
algo más de un año, un ser malvado, de nombre Jonathan Moya, alias El
Trolas, tuvo en vilo a toda la provincia. Huía por los montes de Abrucena tras
matar a Miriam, el bebé de 16 meses
que compartía con Gema María Cuerda.
Mató a la cría de un golpe en la cabeza. Después, la envolvió en papel, la
metió en un bolso lastrado por un enorme peso y la arrojó al fondo de una balsa
de agua. La Guardia
Civil tardó siete días en atraparle. Después, resultó que estaba
en su propio cortijo. No fue una actuación ejemplar la de los miembros de la
benemérita. Las críticas, por respeto, fueron leves. Las explicaciones, ni
graves ni leves: se omitieron.
Juan León, El Cascapolos |
Esta
vez, en Gérgal, la detención –o entrega, más bien- de Juan León, alias El
Cascapolos, casi roza el ridículo. El asesino burló un cerco de 50 agentes.
“El pueblo espera una explicación”, reclama el alcalde, Miguel Guijarro. El subdelegado del Gobierno, Andrés García Lorca, no está por la labor: “Bien está lo que bien
acaba”, dice.
El mutismo,
esta vez, no se admite. Porque no exagera el periodista Antonio Felipe Rubio cuando dice que “algunos comentarios inciden
en el concurso de la casualidad, descoordinación, ineficacia… y alguna apelación
al cachondeo” Ni Rafael Martos cuando
incide en que “si algo ha quedado en evidencia en los dos últimos crímenes que
más han conmocionado a la sociedad almeriense es que la Guardia Civil está
muy lejos de la eficacia que de este Cuerpo se espera”. Una explicación
razonable es necesaria. Lo merece el Cuerpo. Lo merecemos los contribuyentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario