Miguel Ángel Blanco
Martín
Periodista, Asociación de Escritores y Críticos de Cine de Andalucía,
Asecan
El cine marcha en estos
tiempos a la deriva sin que se sepa muy bien a qué playa llegará como náufrago.
Y no me refiero sólo al cine español, con su crisis permanente, sino a todo el
cine, al norteamericano por supuesto. Me refiero al cine en general, entre
obras geniales, que interpretan lo cinematográfico como una creación personal y
de autor en equipo, y obras lamentables, alucinantes, comerciales a veces a más
no poder o birrias tremendas, que lo mismo arrasan en taquilla que pasan
desapercibidas porque a nadie interesan. En eso último el mal cine pueden
coincidir con el cine más creativo. Y es que lo que ha entrado en crisis, sobre
todo, es el concepto de público/espectador. Ya no es lo mismo el mundo de las
salas ni el público que antaño acudía al cine los fines de semana. Eso se
acabó. La televisión ya marcó un primer final de ciclo, ya lo dijo Fellini, más
o menos así: “¡El cine ha muerto, Viva la televisión!” Pero es que ya ni la
televisión, aunque haya de todo.
El autor se muestra sorprendido de la concesión del Premio Nacional de Cinematografía a J. A. Bayona |
Hubo también una época en que
el cine constituía un elemento destacado de la opinión periodística cultural,
la crítica-ensayo estaba muy presente con destacados articulistas que
analizaban el cine, películas, historias en imágenes, desde diversos puntos de
vista: político, sociológico, literario, narrativo, económico, filosófico,
estético, fotográfico, etc. El cine estaba considerado como un instrumento
cultural, fundamental para conocer e interpretar el mundo. Pero siempre tuvo en
su contra a determinadas formas de entender la cultura, al sistema establecido,
que siempre ha mirado al cine con recelos.
Un ejemplo de la estrategia
del sistema es que el Premio Nacional de Cinematografía se lo hayan concedido este
año a Juan Antonio Bayona por Lo imposible, argumentando, entre otras
cuestiones, como elemento a su favor la recaudación en taquilla. Se ha cambiado
el sistema. Antes el Premio Nacional de Cinematografía daba prioridad a la
trayectoria creativa. En este caso, no. Bayona, es de las nuevas generaciones.
Eso sí, Lo imposible es la primera película española en la clasificación
general del taquillaje. Pero eso no la convierte en una película
extraordinaria. El mundo de los cinéfilos ve el cine de otra manera. La apuesta
del sistema va por consiguiente en favor del cine como industria del espectáculo.
Eso sí, muy bien Bayona, por su discurso al recibir el premio, por sus críticas
a la política cultural del ministro Wert. Creo que el mismo Bayona se quedó
sorprendido cuando se lo dijeron, no se lo creía, pensaba que era una broma. Yo
también. Claro que a lo mejor es una trampa que desde el sistema se tiende al
cine español creativo.
Mientras tanto, habrá que seguir
esperando el regreso de Víctor Erice (El espíritu de la colmena, El Sur) y
mantener los reencuentros con el cine clásico de todos los tiempos, por ejemplo:
Orson Welles (Ciudadano Kane), Fellini (La Strada), Vittorio de Sicca
(Ladrón de bicicletas), Truffaut (Los cuatrocientos golpes), John Ford (La
diligencia), Antonioni (La noche), Carol Reed (El tercer hombre) y muchas
más. Y seguir yendo al cine, a
pesar de todo.
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