Ana Molina Jiménez
Farmacéutica-Nutricionista
Coexphal
Quien haya visitado
recientemente un local de McDonald's habrá advertido que la casa de comida
rápida ha comenzado a difundir en los paneles donde se exponen los menús las
calorías de todos sus productos. Esto, que ya ocurría en ciudades como Nueva
York, Madrid y Río de Janeiro, es parte de una tendencia que crece poco a poco
en los restaurantes y otras cadenas de comida y cafeterías de España.
La información nutricional
de los alimentos influye cada vez más en la decisión de compra de los
consumidores, que ya no comen solo para sobrevivir, sino que ahora quieren
comer para además estar sanos. Por eso McDonald’s, que siempre ha entendido
mucho más de marketing que de nutrición, ha realizado valoraciones
nutricionales completas de todos sus menús, y ahora las publicita en sus
restaurantes como un valor añadido más.
La calidad nutricional de
los alimentos que ofrece la multinacional de la comida rápida se ha puesto en
cuestión con frecuencia desde diversos ámbitos. Sin embargo, nadie duda de los
múltiples beneficios que aportan las frutas y hortalizas al organismo humano. Y
mientras que McDonald’s se esfuerza por vincular sus productos a la
preocupación por la dieta de sus clientes, el sector hortofrutícola almeriense,
fuente indiscutible de salud, aún está contando kilos.
Estamos asistiendo a toda
una “revolución” a escala global de la que no somos del todo conscientes en
nuestra provincia. Hace un par de semanas se celebró en Granada el XX Congreso
Mundial de Nutrición, en el que se dieron cita más de 4.000 expertos de todo el
mundo para debatir sobre los avances más recientes en el campo de la nutrición
aplicada a la salud. Paradójicamente, fueron expertos e investigadores de Londres,
Medford o Kampala, lugares cuya economía no depende precisamente de la
producción agroalimentaria como ocurre en Almería, cuya ausencia en el congreso
fue total, los que protagonizaron los debates relacionados con temas agrícolas.
Las posibilidades para el
binomio agricultura–salud son ilimitadas, y las frutas y hortalizas que
producimos en Almería contienen innumerables sustancias con acción beneficiosa
sobre la salud humana. En consecuencia, el reto que se le presenta al sector es
de grandes dimensiones, pero alentador, y afecta a prácticamente todas las
fases de la cadena de producción y comercialización. Veamos algunos ejemplos.
En las semillas: desde la
elección y creación de híbridos de semillas para obtener productos más
saludables, como es el caso del brócoli “Beneforté”, mezcla de una variedad
silvestre italiana y del brócoli común, con propiedades anti-cancerígenas muy
superiores a este último.
Bajo el plástico se puede
jugar con las condiciones climáticas y el momento de recolección para aumentar
los valores de algunos nutrientes. Como ocurre en el caso de la citrulina de la
sandía, la denominada “viagra natural”, que es un aminoácido cuyos niveles se
incrementan con el aumento de azúcares y, por tanto, con el punto de maduración
del fruto.
En la postcosecha,
aprovechando los destríos con concentración elevada de ciertos nutrientes. Este
es el caso del licopeno del tomate, cuyos niveles se disparan en un fruto ya
pasado, no apto para consumo en fresco.
En los mercados, analizando
los nutrientes del producto final para informar al consumidor mediante un
completo etiquetado nutricional. Por ejemplo, en el caso del contenido en ácido
nicotínico del pimiento verde, que tiene efectos beneficiosos en la prevención
del párkinson. También se deberían hacer análisis certificados que permitan
comercializar los productos como “rico en …”, alto contenido en …”, mediante
las denominadas declaraciones nutricionales. Lo anterior permitiría, además,
erradicar ciertos mitos presentes en la opinión pública con información
solvente.
Finalmente, en el propio
organismo del consumidor final: los estudios de biodisponibilidad de nutrientes
son el futuro, y pueden convertirse en una herramienta comercial de primer
orden. Las grandes empresas agroalimentarias ya no solo cuantifican los valores
de nutrientes en sus productos, sino lo que queda de ellos en sangre y orina
después de ser ingeridos, digeridos y absorbidos. Nos sorprenderíamos al
comprobar las diferencias.
Almería ha realizado grandes
avances en todo lo que afecta a las cosechas que salen de las más de 30.000 hectáreas
en producción en la provincia. Pero ahora el futuro, que ya es presente, tiene
como punto de mira la salud a través de la alimentación.
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