Antonio Lao
Director de Diario de Almería
SI ustedes quieren un
circo, con sus leones, sus equilibristas, sus malabaristas, sus payasos y hasta
un domador/a, como en la mejor época de Ángel Cristo, ese es, no lo duden, el
PSOE de almería. Descrito de esta manera seguro que habrá muchos, a buen seguro,
que se removerán en sus asientos y hasta tendrán la malsana tentación de culpar
al mensajero. No me extrañaría. Pero la realidad, que es tozuda, -verán ustedes
cuando me explique-, es mucho más triste que lo que acabo de contarles. El
pasado lunes la agrupación de la capital debía elegir a los delegados que
acudirán al congreso provincial que decidirá, a su vez, a los representantes de
Almería en el regional de diciembre. Todos, sin excepción, apoyan sin fisuras a
la presidenta de la Junta y futura secretaria general de Andalucía, Susana
Díaz.
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Pues aún así, aquí, en la capital, hasta el último momento hubo
dos listas: la oficial, que encabezaba el secretario general, Fernando
Martínez y la crítica (no olviden que todos apoyan a Susana Díaz),
encabezada por María del Carmen Ortiz, ex-parlamentaria andaluza, que
aunó en torno a su persona a los seguidores de Adela Segura, secretaria
de Política Institucional de la Ejecutiva de José Luis Sánchez Teruel, a
los seguidores de Antonio Ruano (la mayoría de La Cañada) y a los de
Javier Menezo que, aunque lo niegue, tienen un destacado componente del
pasado más reciente cuando el partido lo dirigía Diego Asensio y
Martín Soler.
Como ven un conglomerado o batiburrillo vario, en
el que pinta un pimiento la ideología y mucho los intereses personales de cada
uno. En otra ocasión escribía de lo mismo y hablaba del "reparto de la
miseria". No olviden que los socialistas en Almería ahora mismo sólo tienen
la Junta de Andalucía, perdieron hace muchos años el Ayuntamiento de la capital,
la Diputación en la última legislatura y la mayoría de los pueblos. Las
encuestas, con esta guerra, absurda e incruenta, sólo de puestos, permite, no lo
duden, al Partido Popular frotarse las manos. Encuesta tras encuesta, con cocina
y sin cocina, auguran al PP una mayoría cómoda y solvente. Y mientras, el PSOE
de la provincia insiste y persiste en batallas de barones sin tierra, en
personalismos absurdos y en puñaladas traperas (es un decir) que sólo
alientan una lucha tras otra hasta la derrota final.
Con estas premisas
bien harían los dirigentes de esta fuerza política en sentarse, pensar un poco,
sumar ideas, alejar personalismos, aparcar la batalla y buscar el camino que les
lleve a una victoria que hoy, por mucho que ellos crean, tienen muy lejana. Eso
sí, algunos y algunas se garantizan un puesto y un sueldo para la legislatura.
Muy triste.
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