José María Ortega García
Exdelegado de Cultura
Tal vez algún lector que no tuviera a mano algo
más interesante que ojear este verano recuerde que, en tono irónico, denuncié en la prensa el hacinamiento de pasajeros en la línea de autobuses
Almería-Retamar, bajo el sugerente título de 'Rebelión de sardinas en lata'.
Autobuses de Almería |
Incitado
por una de mis nietas que debió de leerlo y que ha empezado a sufrir los
agobios del desplazamiento masivo en su primer curso a la Universidad , hoy mi
denuncia, por el título que la encabeza, siendo de un tema similar al anterior
en cuanto al amontonamiento en los autobuses urbanos, adquiere
nuevos matices y admite cierto juego polisémico.
Si
las sardinas enlatadas de Retamar, en su mayoría pacíficas personas
mayores veraneantes, se rebelaron a bordo del autobús,
¿qué movida puede llegar a organizar, no un grupo de beatíficas sardinas, sino
un mogollón de “saltones” doblemente exprimidos: físicamente en las lineas de
autobuses a la Universidad
y psíquica, moral y económicamente por la nefasta Ley Wert y los abusivos
recortes?
Como
nadie puede negar el hecho geográfico de que el río Pisuerga pasa por
Valladolid, no cometo fraude alguno si aprovecho tal circunstancia para poner
sobre el tapete que, con la subida de tasas universitarias, la reducción
y amputación de becas, el hachazo a la investigación o el adelanto de la edad
para desviarse a la enseñanza profesional y eludir la universitaria,
lo que la contrarreforma Wert y sus recortes pretenden es que sólo
vayan a la Universidad
los potentados, como en el pretérito imperfecto.
Supone
un grave problema para los alumnos la escasez de autobuses urbanos a la Universidad , que, además de ir sobrecargados, dejan fuera a muchos que no caben, con
las consiguientes pérdidas o retrasos de entrada a clase.
En
consecuencia, urge que el Ayuntamiento obligue a reforzar con otros vehículos,
sobre todo en esas horas punta y aumentar las frecuencias de los
viajes, en las líneas 11, 12 y 18. Porque
cabe un riesgo aún peor: que el Ayuntamiento espere a que haya menos alumnos
que puedan ir a la
Universidad por falta de medios y se ahorra poner más
autobuses. Sería el
colmo.
Pese
a su vulgaridad, he recurrido a la metáfora “saltones” por tres motivos: Son
peces más menudos que las sardinas y caben muchos más si entran
aprisionados en una lata (sea la del autobús o la de clase), se prodigan
últimamente en Almería y tienen, como su nombre indica, la capacidad y la
voluntad de saltar, es decir, de rebelarse contra quien les exprime. En sus
jóvenes agallas está ejercer dicha capacidad.
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