Consejera Cortés, cuidado con la demagogia

Francisco Giménez-Alemán
Periodista / El Correo de Andalucía


Elena Cortés, el verso suelto del Consejo de Gobierno, ha vuelto a anunciar una de sus prodigiosas medidas que a ningún andaluz bien nacido pueden merecerle reproche. Se trata de una propuesta profundamente humanitaria destinada a aquellas personas que no pueden pagar el alquiler de las viviendas sociales de la Junta, renta que el inquilino compensará con trabajos a la comunidad. ¿Quién puede objetar semejante disposición propia del Evangelio según San Lucas?

Elena Cortés
Ciertamente, resulta muy complicada la crítica a las políticas de solidaridad de la consejera de Fomento, pero hay que preguntarse de dónde allegará los fondos necesarios para sufragar el gasto de agua y electricidad a las familias en situación menesterosa y cómo, en el caso de los alquileres, establecerá el dispositivo administrativo necesario para atender esas ocho mil viviendas repartidas en 550 municipios y posteriormente controlar y hacer el seguimiento de los trabajos a la comunidad. Difícil empresa a la que la tradicional lentitud de la administración pública opondrá no pocos obstáculos.

Creyendo firmemente en la buena fe que guía a estas iniciativas, resulta desconsolador entrever el grado de frustración que se escanciará sobre los presuntos beneficiarios cuando la realidad aclare que no es del todo posible el Plan Cortés y cuando las compañías del agua y de la luz –que al final serán las que paguen el pato– reclamen a la Junta los impagos que en los más de los casos quedarán en el limbo de lo imposible. Contéstese a esta pregunta: ¿cómo se financiarán estos brindis al sol desde una tesorería del Gobierno andaluz que sólo a las ayuntamientos les debe más de 600 millones de euros? Tan recta intención, tan noble deseo de ayudar al desvalido puede convertirse en un rosario de frustraciones, y Dios nos libre de ser agoreros.

La situación en Andalucía es la que es: es decir, de absoluta postración económica, y quien tenga ojos en la cara observará que la falta de recursos de la Junta está dejando a millares de proveedores en manos del plan que ha puesto en marcha el ministro Montoro. No se puede, señora Cortés, jugar con las ilusiones y las necesidades de la gente que es lo que está procurando sus iniciativas, al menos, mientras no se demuestre lo contrario. Eso no es serio. De ahí que el prestigio de los políticos esté bajo mínimos, porque es muy fácil –demagogia pura– prometer y prometer sin el respaldo de una memoria económica que garantice la letra del BOJA. El papel lo aguanta todo.

Es de suponer que la consejera de Hacienda esté de los nervios cada vez que su colega de Fomento va a un desayuno informativo y anticipa la carta a los reyes magos. Porque una cosa es predicar y otra dar trigo.

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