Antonio Felipe Rubio
Periodista
La justificación de la reapertura de las vías del
tren del mineral llega a remolque de un llamativo argumento económico: “La
empresa minera colaboraría en el soterramiento con 200 millones de euros”. O
sea, ¡más de treinta y tres mil millones de pesetas! ¿Pero qué han encontrado
allí?, ¿coltan, oro, diamantes… billetes de 500 euros? No encuentro correlación
razonable entre la comercialización de unos lodos ferruginosos y tan generoso
dispendio económico.
Vista panorámica de la Mina de Santa Constanza (Jérez del Marquesado) cuya actividad cesó en 1955 |
En ningún caso se habla de reabrir las minas de
hierro de Alquife y reanudar la actividad extractiva. Esto resulta complicado
al necesitar evacuar las aguas que anegan la concavidad de la mina (miles de
millones de litros contaminados de metales pesados). En cualquier caso, se
trata de vender por la “vía rápida” una montaña de lodos que aflora en
superficie como el Uluru (Ayers rock, Australia) y que posee ciertas cantidades
aprovechables de mineral.
Los argumentos de generación de riqueza,
oportunidades de negocio, puestos de trabajo e irrenunciable conexión
ferroviaria con el puerto son, salvo revelaciones inéditas, artificios para
condenar a la ciudad de Almería a las lacerantes condiciones de salvaje
dependencia industrial que condicionaron el paisaje y servidumbre: tren de
mineral, pasos a nivel, contaminación, cargaderos, silos… En definitiva,
redundar en la fractura de la ciudad y la colonización oportunista del puerto
para una operación comercial tan efímera, como molesta e insalubre.
No olvidemos que las pretensiones iniciales eran
resucitar las vías felizmente enterradas (gracias, “Teté”) y atravesar la avenida
Cabo de Gata, por la noche y con silenciadores de goma, para acceder a un silo
de unos 300 metros de largo y 60 de altura (un nuevo “Toblerone”) que acogiese a
dos unidades ferroviarias completas para el acopio y posterior estiba. Sin
duda, el recorrido ferroviario de ida y vuelta por el recinto portuario siempre
se realizará en superficie. Es decir, el tren será visible en todo el trazado
del Parque de Nicolás Salmerón.
Desconozco qué tipo de abducción ha fascinado a
ciertos sectores sociales. No encuentro justificación para reeditar lamentables
episodios del pasado. No obstante, celebro cualquier oportunidad que suponga
trabajo y riqueza; pero no deseo que el puerto se convierta en un obstáculo
para el futuro de la ciudad. Hay otras opciones; experimentadas, eficaces y
operativas: el Puerto industrial de Carboneras.
Felicito al alcalde-senador por evitar –de momento-
que Almería vuelva a sufrir la inmerecida herida urbana que sangró a los
almerienses durante largos decenios. No obstante, la amenaza parda insiste y
asedia. Por el contrario, políticos avezados en proyectos irresponsables e
imprudentes (parking Orberá), pretenden, desde la sectaria obstinación, llegar
al orín más roñoso de sus “férreas” convicciones.
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