Rafael Hernando: vergüenza de cunero

Rodrigo González
Secretario de Organización de IU

Rafael Hernando, este propio de esas novelas de temática costumbrista que tienen por protagonistas a chulos y bravucones, ha vivido de la política ininterrumpidamente desde 1983 cuando fue elegido concejal por Alianza Popular en Guadalajara. No se le conoce trabajo alguno, al margen de vivir del erario público. Fue parlamentario autonómico, posteriormente senador en el 89 por Guadalajara.

Rafael Hernando
En 1993 los almerienses tenemos la desgracia de que el señor Aznar nos lo mandara como cunero a nuestra provincia, y también, algunos, sentimos la vergüenza que desde ese año haya sido elegido diputado por Almería, provincia que ni conocía ni conoce.

Y no la conoce porque no para de realizar declaraciones que así lo ponen de manifiesto como el mantener que en Almería no hay necesidad de ayudar a algunas familias en la alimentación de sus hijos a través de los comedores escolares como consecuencia del aumento de la pobreza o la más reciente sobre el insulto a las víctimas del franquismo que aún continúan en las cunetas, y a los familiares de éstos.

El señorito Hernando debería saber que la provincia a la que dice representar fue fiel al Gobierno Constitucional de la República, que sufrió por ello las represalias de ser atacada por franquistas, fascistas y nazis, que nos bombardearon y después nos reprimieron. Debería saber que los perdedores de la Guerra Civil fueron inmensamente generosos en la Transición, al no pedir justicia por lo sufrido.

Que después de tanto tiempo este lengüetón sin escrúpulos siga ofendiendo a quienes no pueden estar enterrados junto a sus familiares, junto a las demás personas en los cementerios, solo denota la catadura ética o moral de este individuo.

Conforme el Partido Popular va perdiendo apoyo de los ciudadanos, conforme se van destapando los casos de su presunta financiación tanto en Madrid como en Almería, tal vez Hernando sepa algo de ello, conforme van quedando al descubierto sus vergüenzas no les va quedando otra salida que el exabrupto, la salida zafia, provocar crispación y a algunos el dolor de saber que los perdedores de la Guerra son los vencedores de la Historia.

Mientr
as tanto a otros no nos queda más que remedio sentir vergüenza de quienes nos mandan por cuneros.

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