Antonio Felipe Rubio
Periodista
Hay que reconocer que la Junta del PSOE de Sevilla se va superando. A los
diez años de retraso de la A-92 le sucede ¡trece años! esperando el
cumplimiento del convenio suscrito junto al Ayuntamiento para la rehabilitación
de la Plaza Vieja.
Sonia Ferrer |
Luis Rogelio, tras una prudente y longeva espera, ha “osado” proponer
una generosa oferta que conlleva un plazo para su aceptación o rechazo. La
oferta consiste en anticipar el dinero comprometido por la Junta y emprender
inmediatamente las obras del Ayuntamiento. Asímismo, el alcalde otorga tres
años de carencia (principal e intereses), dejándole a la Junta holgado espacio
para satisfacer su compromiso que, hasta ahora, ha venido demorando con las
justificaciones más peregrinas: engaños, incumplimientos, triquiñuelas… en
definitiva, idéntico proceder al ya conocido en el Materno-Infantil, Corte
Inglés, Mesón Gitano, etc.
Pasados los días, la propuesta del alcalde ha sido despreciada y,
además, la Junta le afea su conducta por señalar un plazo para contestar al
entender que no es nadie para imponer un ultimátum que, en palabras de la
delegada del Gobierno, Sonia Ferrer, “suena como a cosa de la mafia”. Toda una
traición del subconsciente que aflora la prepotencia y discrecionalidad con que
la Junta acostumbra a despachar sus cosas. En argot aludido por la delegada, cosa nostra.
Una “oferta difícil de rechazar” con un plazo razonable de respuesta
no se ha de entender como un comportamiento mafioso; especialmente, cuando se
trata de solucionar problemas y liquidar compromisos pendientes que afectan a
todos los ciudadanos. La delegada, con este comportamiento, acaba de evidenciar
un profundo desconocimiento del ámbito diplomático que, desafortunadamente, lo
inserta en el argot mafioso. El ultimátum es consustancial al lenguaje
diplomático (gobiernos, legaciones, cancillerías, embajadas…). Por otro lado,
el mafioso sólo pone plazo, y añade amenazante, “si lo olvidas, Luciano irá a
recordártelo”.
El mal ejemplo del desprecio de la Junta hacia el alcalde evidencia la
nula ejemplaridad de la Administración autonómica que, por un lado, exige
plazos y ultimátum a los contribuyentes que, de ser incumplidos, castiga con
penalizaciones, multas, recargos… y, por otro lado, alardea del privilegio de
no atender propuestas, y mucho menos atenerse a plazos: la ley del embudo.
La Junta, y sus representantes, han de entender que los compromisos
entre administraciones se fijan en tiempo y forma. La forma es atenerse a la ley,
y el tiempo es el plazo. Entender las cosas de otra manera es entrar de lleno
en el imaginario de Mario G. Puzo; confundiendo el procedimiento diplomático
con el argot mafioso.
En fin, todo es cuestión de talante, costumbre, cultura democrática e
inclinaciones que trascienden de la ficción novelada.
Qué opina del desproporcionando esfuerzo económico que ha de hacer el pueblo andaluz para mantener la radio televisión andaluza y sus OCHO delegaciones provinciales; ¿considera prioritario este mayúsculo gasto frente a otros vitales en las circunstancias en las que nos encontramos?; ¿podría opinar sobre este tema?. Enhorabuena por sus certeros artículos desde mi modesta opinión. Un cordial saludo.
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