Antonio García Vargas
Profesor e investigador de Métricas Clásicas Arcaicas
Miembro del Departamento de Arte y Literatura del IEA
Final
de año casi. Aciago 2013 que nos deja sin aliento. Almería y el mundo son una
fiesta, luces y música festejando, sufriendo u olvidando (intentándolo) un no
sé qué que no acaba y amenaza con secarnos. La esperanza no llega a algunos
corazones en exceso lastimados. Seguimos atados a esa oscura lepra que
desalienta el alma y pudre las ilusiones. Solo la palabra hueca del gobernante
de turno unida a la codicia del buitre milenario, que prostituye al hombre
sumiéndole en esta Nada prefabricada, ¿un mal necesario?, que amenaza con
estrangular los restos de humanidad que aún le quedan.
Son
ciclos, al parecer. Sacos de podredumbre que simulando horrendas plagas
bíblicas (creadas por el hombre) nos laceran, que se llenan y después estallan
asfixiando a los de abajo; burbujas inventadas por el bárbaro, desenfreno que
lleva a la miseria de los pueblos, que derriba edificios de cordura
sembrándolos de horrores, destrozando la siembra de los campos, endureciendo
corazones hasta secar el delicado paisaje de las almas.
Mientras
pasa la tormenta, es preciso refugiarse bajo techo, ¡el que tenga, claro! Hay
quien se refugia en la oración; los hay que en la poesía. La letra, aun
embellecida, no alimenta el cuerpo, lo sé, pero fue el primer lenguaje humano
expresado por las formas naturales, distintas mas semejantes en lo humano.
Antes que hablar el hombre hizo poesía imitando el decir de otros hermanos; de la Naturaleza ; del canto
producido por el viento en las copas de los árboles; del rugir o el amoroso
grito de la fiera y del relámpago. Y es por ello que, a falta de otras cosas,
comparto el verbo primigenio —mi alimento inseparable—, en estas fechas de
fatiga y desconcierto:
ESTANCIA 11-7-4
Hay en el corazón escalofríos,
calambres, muy adentro,
cual vacíos
que siempre están presentes. Son tormento
que acuna en nuestra angustia
su lamento,
que oprime y desespera y en la espera,
nos une a la esperanza,
persevera…
en tanto que esperamos, pese al frío,
llenar, ¡oh corazón,
tu vacío!
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