Joaquín Jiménez
Portavoz socialista en el Ayuntamiento
de Almería
Lo he dicho alto y claro, no creo que se
me pueda acusar de ambigüedad calculada: el retraso en la ejecución de las
obras de remodelación de la Plaza Vieja y la segunda fase de la Casa
Consistorial es inaceptable. Siempre he mantenido que en los tiempos de la
inexacta bonanza económica tenía que haberse abordado inequívocamente toda la
obra, si bien es cierto que en el tiempo presente las circunstancias son otras
y las prioridades, como bien sostiene la presidenta de la Junta de Andalucía,
han de ser las personas.
A partir de aquí entiendo que el acuerdo
entre el Ayuntamiento de Almería y la Consejería de Fomento de la Junta de
Andalucía es irremediablemente necesario. La única observación que me permito
recordarle al alcalde es que el mismo énfasis que derrocha estos días contra la
administración autonómica debía de haberlo gastado ya en 2011 cuando, henchido
de satisfacción por el resultado electoral, se permitió la osadía de proclamar a
los cuatro vientos que “ejecutaría las obras a pulmón”. Han pasado más de
veinticuatro meses desde aquella declamación y el primer edil, embriagado de
ego electoral y rehén de sus errores políticos, se revuelve contra la Junta.
La colocación de los carteles en la
fachada del Ayuntamiento no es un hecho aislado. Muy al contrario es un
episodio más de la estrategia política de la derecha municipal. El telón de
fondo no es la lona que cubre la vieja fachada, más bien es la manera de
desviar la atención sobre el asedio que sufre el alcalde en la actualidad.
Sentencias judiciales contrarias a los intereses municipales, reclamaciones
millonarias por incumplimientos de contratos y el abandono generalizado que
sufren los barrios han llevado al señor Rodríguez Comendador a emprender una
sistémica lucha embrionaria contra la madre de todos los males: la Junta.
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