Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
La
provocación de Artur Mas y el referéndum planteado en Cataluña contaminará la
política el próximo año. El misil tendrá sus consecuencias en Andalucía. El
debate será un martirio chino para muchos ciudadanos que no tienen trabajo,
están amenazados con el desahucio de su casa o temen por las prestaciones
públicas que vienen recibiendo en forma de escuela pública para sus hijos o
medicinas y hospitales gratuitos. Porque si algo resulta incomprensible a
cientos de kilómetros es que lo que más preocupe a los catalanes con la que
está cayendo sea su independencia, cuando el Gobierno de CIU está llevando a
cabo recortes inasumibles para cualquier sociedad tan democrática y moderna
como presume ser la catalana.
Sin
duda la mayoría de los andaluces, como la mayoría de los españoles, no entiende
el desafío del Gobierno catalán y esa decisión unilateral, pasando por encima
de las leyes y la
Constitución , de plantear una fecha y una pregunta ante las
urnas incluyendo la independencia. Ese sentimiento identitario y nacionalista,
que en los últimos años los partidos independentistas catalanes tan hábilmente
han abonado mostrando a la sociedad catalana como víctima de un expolio y de un
robo ruin desde el resto de España, es incomprensible para la mayoría. Pero lo
cierto es que existe y con mucha fuerza en Cataluña e ignorarlo o responder
desde posiciones de fuerza es un riesgo muy grave que hay que medir.
Andalucía
tiene la oportunidad política de emerger de nuevo como frontón de las
pretensiones separatistas. Y lo hará. En el Gobierno andaluz están convencidos
de que el presidente Mariano Rajoy debería de contar con Susana Díaz y con
Andalucía para fortalecerse frente a las pretensiones más radicales que lleguen
desde Cataluña. Una de las claves de la proyección nacional que ha tenido la
presidenta de la Junta
y secretaria general de los socialistas andaluzas ha estado en su discurso
firme a favor de la unidad de España, incluso asumiendo errores de su partido
durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero no va a ser fácil
para nadie salir airoso de este trance en el que CIU, ERC y el resto de fuerzas
nacionalistas catalanas han metido a España. Todo apunta a que el PSOE andaluz
defenderá con firmeza una gran alianza en el ámbito nacional con el PP frente
al pretendido referéndum de Cataluña. Aunque las relaciones internas entre los
socialistas parecen encauzadas, sería absurdo obviar que hay tensión. El PSOE
andaluz y Díaz han colaborado al diálogo con el PSC. Incluso se atribuyen el
haber alejado al secretario general de los socialistas catalanes, Pere Navarro,
de las posiciones más radicales a favor de un referéndum. Pero esto no es menos
cierto que el que dentro del PSC aún hay muchos que piensan que este desmarque
de la consulta es un retroceso y se sienten muy incómodos junto al PP en este
envite político. El PSOE andaluz está decidido a frenar cualquier indecisión de
su partido a este respecto aunque no dejará pasar la oportunidad de recriminar
a Rajoy que no haya afrontado desde el diálogo los muchos avisos que viene
recibiendo. El mensaje de Díaz ha sido hasta ahora reclamar que si hay
consulta, se le pregunte a todos los españoles.
El
PP andaluz no tiene ninguna fisura en su discurso a favor de la unidad de
España. E Izquierda Unida en Andalucía no arremeterá contra la decisión de su
filial catalana, ICV, que sí apoya el órdago, pero tampoco es de esperar que
aliente estas posiciones. Según sus dirigentes, ahora de lo que toca hablar es
de los problemas reales. Posiblemente habrá que esperar al próximo periodo de
sesiones en el Parlamento –sus señorías se despiden hasta febrero– para oír un
pronunciamiento. Queda por ver si será unánime la voz de Andalucía en esta
encrucijada política. Una curiosidad: el artículo del Estatut al que se agarra
Cataluña para convocar esta cita con las urnas fue copiado casi literalmente
por Andalucía. Y no hay que olvidar que los socios de IU en el Gobierno andaluz
se han mostrado a favor de regular por ley las consultas populares, aunque
habrá que ver si ahora se atreven a calar ese melón.
Muchos
de quienes tienen memoria comparan el latido de la calle en Cataluña con aquel
movimiento en Andalucía hace 36 años a favor de una autonomía de primera, pero
las distancias son muchas. La
Generalitat ha advertido de que si no hay referéndum habrá
elecciones. En medio, se abrirá la reforma del sistema de financiación y
comenzarán los tirones por la tarta presupuestaria estatal. Ahí Andalucía se la
juega. Ésa sí que puede ser una prueba de fuego para el liderazgo nacional de
Susana Díaz más allá de la expectación y su éxito en los medios de comunicación
del país.
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