Pedro
M. de la Cruz
Director
de La Voz de
Almería
He
regresado estos días a aquel Viernes de Dolores de 2009 en que Luis Pizarro logró,
en una jugada maestra iniciada en una venta entre Sanlúcar y El Puerto, que
fuese Griñán y no Mar Moreno la que sustituyera a Chaves en la presidencia de la Junta , como había decidido
Zapatero con el respaldo interesado de Zarrías y el aplauso siempre entusiasta
(faltaría más) de Miguel Sebastián, Leire Pajín y Bibiana Aído.
La Voz de hoy |
Mar Moreno, en el
puesto de salida. Aquel anochecer Chaves, Pizarro y Zarrías acabaron
la reunión con Mar Moreno en el primer puesto de salida. Lo que Zarrías nunca pensó
es que, tres horas más tarde, el caballo que primero traspasaba la meta iba a
ser Griñán y no su hasta entonces paisana y protegida. “Salí de Cádiz con una
presidenta y cuando llegué a Jaén ya me la habían cambiado”, me dijo un 20 de
enero de confidencias en el restaurante La Fonda de la calle Lagasca en Madrid.
¿Qué
había pasado en esas tres horas para un cambio tan radical? Sencillamente que
Pizarro aprovechó la ausencia del todopoderoso Zarrías para convencer al
entorno del presidente andaluz de que la mejor opción era la de Griñán. Una vez
convencido, sólo había que filtrarlo a un medio de comunicación nacional con
credibilidad contrastada. El tiempo y la insoportable levedad de un Zapatero de
viaje a miles de kilómetros de Madrid hizo el resto.
El golpe Griñán.
El golpe había triunfado. En la tarde del Domingo de Ramos, mientras en los
pueblos de Andalucía se celebraba la entrada de Jesús en Jerusalén, Griñán
recibía el incienso de los “cuatro apóstoles” (así se les conocía a los
entonces consejeros Luis Pizarro, Martín Soler, Cinta Castillo y Antonio Fernández),
que durante
meses
habían trabajado sin descanso para su nominación (lo que nunca pensaron los
apóstoles era que el relato político no coincidiría con el bíblico y que los
crucificados iban a ser ellos).
El PP, algo
parecido. He vuelto a este paisaje porque el PP vivió hace unas semanas
una representación parecida. Esta vez no fue en Cádiz, ocurrió en Córdoba, pero
la jugada no tuvo el éxito pretendido. Cuando pase el tiempo y el PP esté en la
oposición (que es cuando se cuentan las cosas) alguien contará como se fraguó y
quien filtró, también a un medio de comunicación de credibilidad entre la
militancia conservadora, que el sucesor de Zoido iba a ser José Antonio Nieto,
alcalde de Córdoba, apoyado por María Dolores de Cospedal en su estrategia para
reducir a escombros la alargada sombra de Arenas en Andalucía.
Oposición
sevillana. Quienes diseñaron la estrategia contaban con la oposición
sevillana a sus pretensiones -José Luis Sanz era y es el candidato de Zoido,
aunque hay más (y alguna muy cercana a los almerienses)-, pero con lo que no
contaban era con la reacción de Rajoy.
El
presidente se ha trabajado con insistencia durante años un perfil de indeciso permanente
y resulta sorprendente que muchos de los que le rodean no hayan caído todavía
en la cuenta de que esa indecisión es más aparente que real, más intencionada que
cierta. Quienes quisieron cerrar la jugada no contaron con que la pasividad de
Rajoy no es consecuencia de una indolencia natural, sino una estrategia
construida sobre la convicción de que la partida hay que cerrarla después de
que los demás hayan puesto sus cartas sobre la mesa.
Rajoy no toma
iniciativas, toma decisiones. Rajoy no toma iniciativas, toma
decisiones, una forma de actuar que lleva a muchos a pretender ocupar el
espacio que él, intencionadamente, ha dejado vacío para que otros muestren sus
intenciones y, ¡ay!, sus debilidades.
Su
respuesta a la estrategia cordobesa -“No habrá congreso; ni candidato antes de fin
de año; ni son sólo los nombres que suenan”- demuestra que quienes pretendieron
escribirle el guión no midieron sus fuerzas con acierto.
La influencia de
Arenas. Arenas continúa teniendo un formidable nivel de influencia en
el presidente. Su opinión no es decisiva, pero sí muy importante y quienes dentro
del PP lo ignoren están condenados al fracaso.
En
cualquier caso el PP está obligado a resolver más temprano que tarde la
orfandad de liderazgo que padece. Zoido ha abandonado el escenario y el guión
de la política andaluza tiene en casi todas sus líneas la firma de Susana Díaz.
El
PP andaluz es el partido más fuerte electoralmente, pero, a la vez, con el
liderato más deteriorado y ya no tiene enfrente a un PSOE dividido y más
pendiente de la derrota que confiado en la victoria, como ocurría antes de las
últimas elecciones. Esta circunstancia corre en su contra; pero si la
indefinición influye negativamente en sus intereses, más problemas –y de mayor
cuantía- les provocaría una carrera desenfrenada hacia no se sabe qué ni con
quien.
No elegirlo, un
error; elegirlo por elegirlo, suicida. No elegir candidato es un error;
pero elegirlo por elegirlo es suicida. Rajoy lo sabe. Quizá quienes no lo sepan
sean aquellos que pretendieron trasladar a Córdoba la experiencia socialista de
aquel anochecer con olor a incienso en una venta de Cádiz. Ya lo dijo
Heráclito: Nadie se baña dos veces en el mismo río.
El
problema de muchos en el PP es que oyen tanto el ruido interesado de los gatos que
no tienen tiempo de leer a los clásicos. Y así les va en Andalucía.
(Artículo publicado en la edición de papel de La Voz de Almería. Autorizada su reproducción por La Opinión de Almería).
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