El Plan General de Mojácar nace viciado

Agustín de J. Muñoz Soler
Comentarista político

Mojácar, el sempiterno pueblo de embrujo y hoy convertido en un núcleo urbano fantasma, retrocede décadas, y eso que dicen los doctos que la Historia no se repite, porque en el caso que nos ocupa se está repitiendo fidedignamente la lucha descarnada que siempre la ha caracterizado por meros y estrictos intereses personales, llegando al extremo de haberse erigido en el pionero ejemplo de la complacencia con la corrupción política.

Rosa María Cano,
alcaldesa de Mojácar
Este pueblo, que se convirtió en la Ibiza peninsular y de la que hoy quedan restos que ningún otro núcleo turístico desea para sí, no puede ser entendido sin la corrupción política de la que ya es un sinónimo, y que no tendría mayores consecuencias si no la exportara, sirviendo de fiel y leal ejemplo para otras localidades que la han asumido como propia.

Mojácar es el municipio español donde más mociones de censura se han producido en los 34 años de democracia local, un hito que debería sonrojar a los gobernantes y no relegarlo. Así, pues, no puede entenderse cualquier acción política de carácter económico sin estar corrupta por principio, y consecuentemente el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) nace viciado en su concepción, en su configuración y por supuesto en su desarrollo.

Permítaseme el inciso de reseñar la paradoja que supone la existencia de una sensibilidad, por exigua que lo sea, por la conservación del medio ambiente y las armonías arquitectónica y paisajística, y coexista con el mayor atentado contra estas dos armonías. Me estoy refiriendo a la complacencia que ha existido por parte de los colectivos ecologistas en la remodelación del entorno de la iglesia parroquial, que para mí ha supuesto el mayor atentado contra el casco urbano de Mojácar, y la algarada en cualquiera de sus manifestaciones contra El Algarrobico y Macenas.

Pero lo que me ocupa hoy es algo tan importante como determinante. Fiel a la concepción del equipo de Gobierno de Mojácar se le ha encargado la tarea de diseño urbanístico a la concejala que renunciara de sus delegaciones María Luisa Pérez López, quien tiene la decidida voluntad de urbanizar hasta donde llegan sus terrenos rústicos hasta ahora en Las Alparatas, limítrofe con Turre.

Por este motivo han llegado los tiras y aflojas en el equipo de Gobierno, muy sólido pese a la magnitud de los intereses personales, porque son conscientes de que con otros en la alcaldía les iría peor, y nada de descomposición como se llegó a anunciar en una noche de efluvios.

Sí es verdad que algunos de sus componentes desearían más terrenos suyos en el PGOU, y algunas expresiones irreproducibles se han pronunciado muy conscientemente y conociendo su trascendencia e intencionalidad, pero de ahí no pasará, por lo que acabo de decir, que con otros les iría peor. Así que pese a ello, y pensando en el horizonte de los comicios electorales, ninguna incidencia se producirá.
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