Emilio Ruiz
www.emilioruiz.es
Quienes
utilizamos las teclas del ordenador para criticar actitudes ajenas no siempre
acertamos. O, por lo menos, no siempre acertamos plenamente. La decisión de Susana Díaz de nombrar consejera de
Agricultura a Elena Víboras recibió
doble censura: una, por no tener relación con el sector hortofrutícola
almeriense, sin duda el más pujante de Andalucía; y otra, por su escasa vinculación
con el mundo agrícola.
Elena Víboras, en una de sus visitas a Almería |
Tres
meses han pasado. Si en aquella ocasión manifesté, con libertad y convicción,
lo que pensaba, de igual forma procedo ahora. Elena Víboras está siendo la gran sorpresa de este Gobierno, al menos desde la óptica almeriense Con
humildad, pero sin complejos, desde el primer momento se ha identificado con
este potente motor de nuestra economía. Ha hecho de la agricultura de Almería una
prioridad en su gestión. Una prueba fue el nombramiento de Jerónimo Pérez como secretario general. Otra, ahora, la forma como
ha gestionado las ayudas por la granizada de El Ejido.
A
quienes nos acusan de haber sido en su día bastante catastrofistas con este
tema conviene recordarles que este esfuerzo de Elena Víboras por adentrarse en los problemas del mundo agrícola
almeriense parte de un empuje de la propia presidenta, que pidió a la consejera
que, en su gestión y desde el minuto uno, diera prioridad al campo almeriense. No
cayeron las críticas en saco roto.
El éxito de nuestro sector hortofrutícola
tiene protagonismo exclusivamente local. Pero no hubiera sido igual sin
responsables políticos como Martín Soler,
Clara Aguilera o Paulino Plata. Si así sigue, de Elena Víboras tendremos en el futuro el
mismo grato recuerdo que de esos antecesores suyos tenemos. Las cosas, como son.
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