Peligra el vuelo Almería-Sevilla

Francisco Giménez-Alemán
Periodista / El Correo de Andalucía

Leo en La Voz de Almería que el vuelo que une a mi ciudad con Sevilla está en el aire, y nunca peor dicho, debido a un trámite burocrático que debe realizar el Ministerio de Fomento: la renovación de la declaración de servicio público, sin la cual la Junta de Andalucía no puede seguir aportando las subvenciones anuales que permiten el mantenimiento de la línea aérea. La Consejería de Fomento ha aportado en los cuatro últimos años 10,4 millones de euros para mantener el servicio que presta Iberia a través de Air Nostrum. Es decir, la conexión de la capital andaluza con la provincia más oriental y lejana ha costado 2,4 millones de euros al año a lo que hay que sumar otros intangibles como su indudable rentabilidad social y el beneficioso impacto económico, tal como se han encargado de subrayar los empresarios locales.

Un avión de la línea Almería-Sevilla
Las comunicaciones de Almería han sido históricamente piedra de escándalo debido a la peculiar orografía de la provincia enclavada en una hoya penibética de difícil penetración. Por ello mismo la inauguración del aeropuerto en 1968 con vuelos a Madrid y la sucesiva apertura de líneas con otros destinos nacionales y extranjeros, supusieron un gran impulso a la industria, al comercio y al turismo, sobre todo desde la puesta en marcha, al menos en tres ocasiones, del vuelo con Sevilla. Parecía que esta ocasión iba a ser la definitiva, y así lo intuimos cuando hace cuatro años tuvimos la oportunidad de viajar en el vuelo inaugural Sevilla-Almería con el presidente Griñán, quien poco antes había firmado el convenio que hacía posible la nueva línea aérea.

Gentes de negocios, parlamentarios, turistas y simples ciudadanos que utilizamos con frecuencia este servicio tan esencial por la distancia y el consiguiente ahorro de tiempo, estamos hoy desolados ante el anuncio de que el avión de Air Nostrum se quedará en tierra a partir de enero y tendremos que volver al viaje en tren –cinco horas- o al automóvil –más de cuatro- por una A-92 cada vez más degradada debido a su falta de mantenimiento. Es una catástrofe más que nos depararía la inextinguible crisis, y en este caso por los dimes y diretes entre la Junta y el Ministerio de Fomento. Pues al parecer se trata de un quítame allá esas penas.
Los almerienses no debemos tolerar un nuevo agravio. Nuestros representantes políticos han de plantear a quien corresponda la insólita situación del transporte en una provincia maltratada por tierra, mar y aire al menos desde que dejó de ser diputado a Cortes por Almería en 1893 el ministro de Fomento de la Regencia de doña María Cristina, don Carlos Navarro Rodrigo. Y ya ha llovido.

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