Eduardo Roca
López de Hierro
Presidente del
Partido Regionalista por Andalucía Oriental (PRAO)
¿Se imagina
usted unos políticos que lucharan por nuestra tierra? ¿Ve usted posible que
rechazaran la autonomía andaluza? ¿Y si se opusieran al centralismo sevillano
asfixiante que hoy padecemos? Sepa usted que estos políticos existieron. Le
estoy hablando de un suceso que tuvo lugar un 29 de enero de 1933, allá por la
Segunda República.
Permítame que le
ponga en situación: Blas Infante y su séquito de políticos andalucistas (la
mayoría sevillanos, todo sea dicho) andaban convenciendo de la autonomía
andaluza a los representantes políticos, económicos y sociales del resto de
provincias de lo que hoy es Andalucía. Discursos aquí y allá, carteles
andalucistas, pasquines... nada consiguió despertar el interés de una población
que se mostraba indiferente a la autonomía de la artificial Andalucía, cuando
no contraria.
Con los
representantes de Almería, Jaén y Granada pasó lo mismo: muchos vieron que esta
aparente descentralización andaluza no sería sino un nuevo centralismo
sevillano, que no defendería los intereses de las provincias orientales. Por
esta razón, retomaron la idea ya planteada en 1924 de crear una autonomía en
Andalucía Oriental, que escapara del andalucismo, de Blas Infante y, por
supuesto, de la capitalidad sevillana.
Pero los
andalucistas seguían en su empeño, y convocaron una reunión, la conocida como
Asamblea de Córdoba del 29 de enero de 1933. Se celebró entre grandes
escándalos, con declaraciones tales como "al pueblo no le interesa el
regionalismo andaluz" y "Jaén no se siente andaluza", resultando
finalmente en que los representantes de Andalucía Oriental se levantaran y se
fueran de aquella reunión. Estos delegados supieron plantarle cara al
andalucismo, a su centralismo sevillano y a la marginación de nuestra tierra
que éste conlleva. Vieron los problemas que nos traería Andalucía, un proyecto
que ya por aquellos entonces, como ahora, estaba dirigido por sevillanos.
Desgraciadamente,
ahora Almería, Granada y Jaén han caído definitivamente en el poder de la
capitalidad sevillana, a merced de unos partidos andaluces que no defienden
nuestros intereses. Sin embargo, los ciudadanos cada vez se desengañan más del
mito andalucista y reconocen la inoperancia de una Junta de Andalucía creada
por y para la ciudad de la Giralda. Políticos sevillanos, prepárense, porque
Andalucía Oriental está despertando.
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