Cantando “Soy minero” en el puerto

José Fernández
Periodista

Aún siendo conscientes de que hay ingenieros y enfebrecidos portavoces capaces de argumentar sus beneficios, soy de los que no alcanzan a ver las ventajas que para la ciudad de Almería pueda tener la vuelta de los trenes de mineral al puerto. Son las cifras, idiota. Ah, las cifras. 

El inolvidable Antonio Molina
Pero no quiero entrar en el debate numérico, sino en la simple formulación de un recuerdo colectivo. ¿De verdad es bueno para Almería capital que su céntrico puerto sea otra vez punto de embarque de mineral de hierro, igual que en el siglo pasado? ¿Qué ventajas colectivas (excluyendo la imperiosa necesidad de la Autoridad Portuaria de presentar un reporte decente de actividad) puede suponer tener un convoy de mineral a diario en el mismo centro de Almería?

Lo digo porque acabo de leer en la prensa que una empresa minera de Granada “se ha cansado de esperar” una respuesta del Ayuntamiento de la capital y que optará por embarcar lodos por el puerto industrial de Carboneras. Bueno, pues muy bien. No me digan que no tiene gracia querer incluir el trasiego de polvos y lodos de mineral en el doliente capítulo de las oportunidades perdidas de Almería.

¿Se imaginan a cientos de familias almerienses peregrinando al puerto de Carboneras, a los sones de “Soy minero”, para fotografiarse ante las operaciones de carga y descarga?

Por otra parte, no sé de qué pueden haberse cansado estos empresarios, porque había más posibilidades de encontrar una respuesta de crecimiento capilar en los batracios que en la aquiescencia del Ayuntamiento en semejante proyecto, más que nada porque el propio alcalde Luis Rogelio ya ha dicho en más de una ocasión que no es especialmente partidario de que vuelvan a circular trenes de mineral por el casco urbano.

Pero está visto que hay muchos que sólo quieren el sonido de su propia taranta.

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