Desmontando a Rafael Hernando

Alicia Cifuentes Salazar
UPyD. Agrupación Local Almería

Nada más empezar 2014, año de las elecciones al Parlamento Europeo, no se ha descuidado algún político en arrancar motores para la incipiente campaña electoral que se nos viene encima. Es el caso del diputado (y portavoz adjunto en el Congreso) del PP por Almería Rafael Hernando, a quien este lunes, obviando el correspondiente ejercicio de retórica consustancial a los buenos políticos, hemos podido leer en la prensa apresurándose a lanzar una frase lapidaria: “votar a IU o UPyD es tirar los votos”.

Rafael Hernando
Según sus declaraciones, Hernando propugna que en las próximas elecciones “hay que apostar por partidos fuertes en la Unión Europea, que defiendan los intereses de España. Son los que pueden tener influencia en Europa para sacar adelante proyectos". Palabras que suponen una falacia en su planteamiento, y que persiguen una finalidad efectista de cara a un electorado, el español, muy acostumbrado y viciado en el concepto del “voto útil”.

Decimos falacia porque la realidad de la cultura política dominante en el Parlamento Europeo (teniendo en cuenta además la composición multipartita de la Comisión Europea) es muy diferente al sistema bipartidista vigente durante décadas en nuestro país. Como ejemplo basta decir que en el día a día del máximo órgano de gobierno europeo, las decisiones se toman con  las mayorías variables (es decir, con las que no son el Partido Socialista Europeo y el Partido Popular Europeo) de los distintos grupos representados en él.

Rafael Hernando, lejos de conocer (o lo que sería aún peor y más torticero, ignorando a propósito) la verdadera realidad de las instituciones europeas, no solo se atreve a calificar  (y menospreciar) las actuaciones de formaciones como IU y UPyD como “propias de partidos pequeños que puede que hagan mucho ruido en campaña electoral, pero que al final no van a ser muy relevantes”, sino que, en un absoluto ejercicio de temeridad política (quien sabe si motivada por las lógicas ínfulas de un portavoz adjunto del grupo mayoritario absoluto en el Congreso) se aventura a afirmar, sin aparentemente haberse  documentado, que “esas formaciones políticas no tienen ningún proyecto europeo”. Arriesgado, sin duda.

Tras desacreditar e intentar reducir a la nada a la alternativa política con expresiones como “apoyar a este tipo de formaciones es de alguna forma tirar el voto en unas elecciones europeas”,  como colofón a sus declaraciones el diputado por Almería añade que “ hay que apostar por una UE fuerte, que siga poniendo en marcha las reformas y que vuelva a crear empleo". ¿Es que no se puede ser un poco más original, puesto que se trata de las próximas elecciones europeas, y por tanto es necesario un discurso nuevo, no el ya trillado y que tantas decepciones (y deserciones) ha provocado entre sus votantes? Y sobre todo, ¿es que no se puede manifestar un mínimo de ética a la hora de promulgar consignas que son justamente contrarias a las prácticas que la formación política a la que representa, y que actualmente gobierna con mayoría absoluta, está llevando a cabo?

Los resultados electorales de los estados miembros de la UE durante los últimos años vaticinan un importante castigo a las formaciones tradicionales en favor de otros partidos llamados “minoritarios” y críticos con la gestión que ha llevado a cabo Bruselas de la crisis. Tal vez la ignorancia es muy soberbia, o quizá es el miedo el que empuja a exorcizar los demonios.

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