Antonio Felipe Rubio
Periodista
En ciertos sectores radicales existe una
indeclinable tendencia hacia los estallidos sociales. Sean propios o ajenos,
justificados o injustificados, razonables o irracionales… sea como fuere,
siempre hay, presto, un “comando” radical que lo mismo exhibe “todos somos
Rubianes”, “todos somos Palestina”, “todos somos Gamonal”… Da igual el origen
del conflicto: metafísico, geológico, urbanístico, religioso, étnico,
astrofísico… Da igual; sólo hace falta un par de telediarios dando cuenta de un
número determinado de contenedores incendiados, cabinas destrozadas y cajeros
inutilizados para alcanzar la masa crítica de la reacción en cadena que excite
a los “filósofos” de guardia para reproducir similares escenarios con el
argumento de la solidaridad sin fronteras.
No voy a incurrir en atrevimiento de
relatar detalles sobre lo ocurrido en Burgos, pero hay cosas que no entenderé
jamás. No puedo entender que ostensibles mejoras urbanísticas que intentan
acabar con situaciones y costumbres de arrabal se salden con una cerril
oposición, llevada a las últimas consecuencias con airada violencia.
Jamás entenderé que aquí, en Almería,
apedreen a los autobuses urbanos y camiones de la limpieza en ciertos barrios.
Tampoco entiendo que se proteste por la existencia de vertederos que, una vez
limpios, vuelven a colmatarse con inusitada rapidez. Y esto se puede entender
desde una absoluta ausencia de urbanidad e inadaptación; sin olvidar el
componente de chorizos delincuentes y asquerosos esparcidores de mierda.
Lo que es más difícil de entender es la
legión de saboteadores que, desde la preeminencia social y el pedestal de las
instituciones, utilizan la política como peana para contaminar, agitar y
averiar. Recuerden: Palacio de Congresos (Nono Amate), El Corte Inglés (Junta
de Andalucía), Ayuntamiento (J A), 18 de Julio (J A), Materno-Infantil (J A)… y
otras cosas, de menor importancia, pero con amplio destilado mediático como el
“Toblerone”, procesionado y plañido en inolvidables loas a la monstruosidad
inútil e inquietante.
Tampoco entenderé el inusitado interés
por invadir a Almería con el mineral de las Minas de Alquife. En fin, son
tantas cosas, que me hacen rememorar el “comando” multitarea que lo mismo te
hacía una actuación en la “rotonda de la muerte” que una “conexión ferroviaria
con el puerto”, un “salvemos La Molineta” o “el cordel de la Campita”.
Bien sea con utilización sectaria de las
instituciones o con la sombra de la sospecha, siempre habrá quien intente
averiar lo que funciona o mejora lo existente. Una cosa es la oposición
política y otra, totalmente distinta, la permanente amenaza de la algarada
patrocinada por la izquierda radical que ya avanzó: “No estamos en las
instituciones para afianzarlas (…) sino para destruirlas”. ¿Está claro?
Antonio-Felipe. toda esta gente son castellanos ,aquì en el sur somos màs tranquilos, miramos para otro lado y apàticos .aquì se pasa de todo ....y a las pruebas me remito.
ResponderEliminarResulta gracioso que en una página donde te permiten dar tu opinión condenes o critiques que otros la den
ResponderEliminarTal vez a ti, amigo Antonio Felipe, la izquierda radical sea la causante de todas las algaradas, pero la violencia mas encarnizada la causa sin duda tus amigos de la "derecha radical". Revisa la historia reciente de España. Un saludo
ResponderEliminar