Ricardo
J. Palomo
Catedrático de Economía Financiera
Decano de la Facultad de CC.
Económicas de la
Universidad CEU San Pablo
Socio de Dictum Abogados
El decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad CEU San Pablo, Ricardo J. Palomo, ha escrito en El Economista un artículo sobre la creación por Cajamar del Banco de Crédito Social Cooperativo, que por su interés reproducimos.
Oficinas centrales de Cajamar en la Plaza Barcelona, de Almería |
Desde
que comenzó la reestructuración de la banca española en el año 2009 como
consecuencia de la crisis financiera, la larga lista de entidades bancarias que
se han fusionado, agrupado, creado -o desaparecido- parece interminable; hasta
el punto en que prácticamente requiere un ejercicio detectivesco dibujar un
mapa evolutivo del sector y, más aún, localizar en un mar de siglas y
denominaciones a todas las que se han involucrado en estos procesos.
Sin
duda alguna, las cajas de ahorros han sido, con diferencia, las más nombradas y
mediáticas; también algunos bancos por razón de sus propios procesos
intrasectoriales o por adquirir excajas de ahorros, o por ser ahora bancos
surgidos de éstas; pero igualmente, aunque de otro modo no traumático, el
tercer pilar del sector bancario, el formado por las cooperativas de crédito,
la mayoría denominadas cajas rurales -y de ahí la inadecuada confusión popular
del término cajas con las cajas de ahorros-, también ha experimentado el más
intenso proceso de reorganización de su centenaria historia.
Sector
cooperativo
Este
sector cooperativo, constituido actualmente por 60 entidades, pero agrupadas ya
en menos de 40 instituciones o grupos consolidables, representa una
importante y significativa cuota del 6% del mercado bancario español y,
afortunadamente para todos, no ha precisado de ninguna ayuda pública, a pesar
de haber conocido igualmente los rigores y las restricciones del lustro de
crisis económica. El sector fue pionero en España con la creación, por parte de
Cajamar, del primer Sistema Institucional de Protección (SIP) conforme a la Directiva Europea
2006/48, que tuvo lugar a finales del año 2009, meses antes de aquella
frenética primavera del año 2010, en la que semanalmente se anunciaban uno o
más procesos concentratorios en la banca española.
El
pasado 29 de noviembre, tras culminar un extraordinario proceso de
consolidación, un volumen equivalente a la mitad de cooperativismo de crédito
español aprobaba la propuesta, bendecida por el Banco de España, de crear el
Banco de Crédito Social Cooperativo (BCSC), capitaneado por las 19 entidades
que constituyen el Grupo Cooperativo Cajamar (que aporta el 91% del capital
social), con la adhesión de otras 13 cajas rurales. En este conjunto se
integran también, en pleno y como accionistas, las entidades del Grupo
Solventia. Su dimensión obligará a que sea supervisado por el Banco
Central Europeo a partir de 2014, entrando así en el selecto grupo de las 16
entidades españolas que se acogerán a este nuevo régimen.
Es posible que Cajamar sea actualmente una de las
entidades domésticas con mayor experiencia en fusiones y acuerdos de
concentración, pues desde el año 2000 en que la entonces Caja Rural
de Almería unió su destino con la vecina Caja Rural de Málaga (en la cual, el
que suscribe estas líneas, tuvo el honor de ser consejero y conocer aquel
embrión de su futura andadura) no ha habido año en el que no sumase alguna o
varias entidades a su proyecto, culminando en la creación de este nuevo banco.
Hace sólo unos meses, Cajamar había creado el Grupo Cajas Rurales Unidas que, a
su vez, integraba a una quincena de entidades que dos años atrás habían formado
el Grupo Cajas Rurales del Mediterráneo, así como algunas otras cooperativas de
crédito absorbidas desde el año 2009. Cabe indicar que han sido años de
procesos activos pero discretos, casi sin hacer ruido y sobre todo,
desarrollados con humildad y sin delirios de grandeza y, afortunadamente,
libres de injerencias políticas externas, al tratarse de entidades privadas
propiedad de sus socios.
Trascendencia
social
Pero
la trascendencia social del hecho es que se pueda mantener una cierta
pluralidad de instituciones bancarias que eviten situaciones oligopolísticas
ante la práctica desaparición de las cajas de ahorros en su caracterización
originaria. La sociedad y el tejido empresarial español precisan de un sector
bancario más concentrado y solvente, pero suficientemente amplio y competitivo
y que, a la vez, compita entre sí para que ello pueda ser aprovechado por los
usuarios y para evitar la posible exclusión financiera en determinadas
ubicaciones geográficas o sectoriales. Por tanto, desde abril de 2014 habrá un
nuevo actor que utilizará la capilaridad de la red de las cajas rurales
vinculadas, y del que cabe esperar un impulso adicional para que fluya el
ansiado crédito a la economía española.
Siguiendo
sus siglas BCSC tendrá que ser un Banco, que conceda Crédito, que tenga
una función Social y que actúe bajo la esencia y singularidad de ser
Cooperativo. Sin duda es un acierto y debe ser una supuesta determinación y
autoexigencia incluir por primera vez el término "social" en la
denominación de un banco. Que aplique ahora claros criterios de responsabilidad
social y buena gobernanza deben ser también sus premisas básicas para crear
confianza y hacerse digno acreedor de ese sublime concepto "social".
No hay comentarios:
Publicar un comentario