José María
Ortega
Constatamos
que los partidos políticos de ideologías similares en los distintos países del
mundo se aglutinan en una 'internacional', ya sea socialista, liberal,
comunista, conservadora, etc., para diseñar estrategias comunes y apoyarse
mutuamente. Pues existe una internacional
que no figura como tal, al considerarse trascendente, pero es la que de
verdad actúa al unísono y consigue el mayor poder y número de militantes.
Posee
un líder indiscutible y vitalicio, si lo desea,
con una jerarquía piramidal de
cargos por designación, nada de elecciones, que se ramifica por todo el orbe.
Este Soberano acumula más poder que cualquier emperador, rey, dictador o
magnate, ya que su Ley Fundamental le atribuye plenitud de poderes legislativo,
ejecutivo y judicial. Sus agentes especiales, nunca mujeres (obligadas a ser
sumisas y a parir), están habilitados
para juzgar y dirigir la conducta de
todos sus militantes, que han de asistir a un mitin semanal, sin poder
preguntar ni replicar al orador. Cada afiliado ha de rendir cuentas de sus
actos y pensamientos, al menos una vez al año o si se ve en peligro de muerte,
ante un agente que le impondrá la sanción que estime oportuna y le ordenará el
camino a seguir, por muy rey o potentado
que pudiera ser.
Capitaliza los eventos cruciales
en la vida del militante, afiliándolo al nacer, aleccionándolo al llegar al uso
de razón y confirmándolo después. También controla su matrimonio, si es que no
le recluta antes para agente especial con la obligación de
permanecer célibe. Finalmente, en el tenebroso umbral de la muerte, expide un salvoconducto para la otra vida al
aterrado agonizante que, a veces, cuando
se trata de alguien adinerado, reporta pingües beneficios a la
organización a cambio de recordarlo públicamente. No hay nada tan rentable como
la explotación del miedo a lo desconocido
y en este difícil arte, la organización que nos ocupa ha demostrado
verdadera maestría.
Pero en lo que esta internacional aventaja a todas
las demás es en no tener que convocar elecciones, ni rendir cuentas de su
gestión ante electorado alguno, ya que, según sus estatutos, los beneficios o
los perjuicios se reciben tras la muerte, con lo que ningún ser vivo podrá
echarle en cara a la organización el incumplimiento del programa o de las
promesas paradisíacas.
Si
el militante cumple su ley con resignación, se le ofrece un fabuloso premio
ultra terreno. Pero, ¡ay de él!, si comete un desliz, aunque sea de
pensamiento, su castigo será cruel y eterno, a no ser que en el último momento
de su vida consiga la intervención de un agente con 'licencia para salvar'.
Aunque ya los agentes aplazan el castigo para la otra vida, antaño había que
purgar las faltas muy graves en hogueras purificadoras. No obstante, siguen
cayendo en la contradicción de condenar la homosexualidad, el divorcio y el
aborto, mientras se muestran tolerantes con la pederastia, la guerra y la pena
de muerte en ciertos casos.
Sus
sedes ocupan los más soberbios edificios de cualquier ciudad. Qué decir del
palacio de su líder mundial...., cofre arquitectónico que encierra los más
valiosos tesoros financieros y artísticos. En sus actos oficiales, el boato y
la parafernalia que los adornan
compiten con los que rodean a marajás o
sultanes que, curiosamente, también se
vienen atribuyendo poderes trascendentes. (Su nuevo líder intenta implantar la
sencillez, no sabemos si lo dejarán) Lo
injustificable es que, siendo propietaria del mayor patrimonio
monumental del mundo, en España no paga el IBI ni otros impuestos, ni sufre
recortes con la crisis y cobra del Estado el sueldo para sus empleados, algunos
de ellos ocupan puestos de alto rango en el estamento militar. Nombra a
profesores, que paga el Estado, en centros públicos para impartir su programa
político. Además se atribuye funciones notariales y certifica la propiedad de
bienes inmatriculados para inscribirlos a su nombre en el registro.
Todo
lo anterior está en flagrante contradicción con el principio ideológico de su
fundador, que atribuyó a la pobreza la capacidad de abrir las puertas del
paraíso, mientras que la riqueza las reduce en tamaño al ojo de una aguja.
Quiero
mostrar mi respeto a la infinidad de
militantes convencidos de que participan
en una buena obra e incluso mi estima a los que por ello sacrifican su vida.
Confieso que yo también viví sometido a esas creencias, hasta descubrir el auténtico
valor de la conciencia libre de tabúes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario