David
Uclés
Fundación
Cajamar
Los últimos
datos de la EPA publicados
por el INE han arrojado un jarro de agua fría a quienes parecían haberse
instalado ya en posiciones optimistas. El desempleo baja, pero lo hace aún
más el empleo. Y, encima, sube la tasa de paro. En medio de esa mala
noticia resalta aún más un dato positivo. La agricultura ha sido
el único sector en el que ha crecido el empleo, como un héroe clásico que
resiste en pie en medio de la tormenta.
Evolución del paro a nivel nacional Fuente: Cadena Ser |
Recién
superado el medio siglo de agricultura invernada en la
provincia almeriense, ésta ha vuelto a convertirse en el pulmón económico
principal. Los cambios habidos en el mercado turístico mundial han
dejado Almería demasiado alejada de los nodos logísticos de las low-cost,
por lo que su capacidad para aportar crecimiento se encuentra desgraciadamente
muy limitada. La piedra natural parece que comienza a recuperarse, aunque de
forma aún muy tímida, y la construcción sigue muy condicionada por el
stock sin vender y por las dificultades financieras. Si la economía
almeriense fuera un coche, tendría dos neumáticos en las llantas, otro pinchado
y sólo uno en correcto estado de funcionamiento.
Posiblemente,
cuando pasen los años y echemos la vista atrás seremos conscientes del
trascendental papel que el agro ha jugado en la provincia durante la
crisis. Aunque, mirándolo desde el presente y con la vista puesta en el
camino recorrido, podemos ya valorar la enorme capacidad transformadora
que caracteriza al sector (basta con ver las fotos del Campo
de Dalías de principios de los 60 y las de hoy) y, tan importante
como la anterior, la gran adaptabilidad del mismo. Ni los mercados de alimentos
actuales funcionan como lo hacían los de los años 60, ni la tecnología de la
que se dispone es la misma. La agricultura de la provincia ha innovado durante
estos últimos 50 años en todos los frentes posibles: en el proceso (con nuevas
técnicas de cultivo, nuevas estructuras, maquinaria para manipulado, envases,
riego localizado, control biológico, etc.), en el producto (nuevas variedades,
nuevos formatos de presentación) y en las instituciones (la creación de las
cooperativas, la creación y transformación del rol de las asociaciones del sector
y hasta el nacimiento y desarrollo de la Caja Rural ).
Sin
embargo, lo malo del pasado es que precisamente es pasado y de cara
al porvenir sólo nos sirve como herramienta de aprendizaje. Los retos inmediatos que tiene
el sector siguen siendo numerosos y provienen fundamentalmente de los
cambios generados por la globalización y, en los últimos tiempos, de las
restricciones que la crisis está teniendo sobre el presupuesto de las familias.
En este sentido, la agricultura de Almería debe ser capaz de producir
alimentos de calidad, saludables y, a ser posible, obtenidos de forma
sostenible y socialmente responsable. Y todo ello a unos precios cada vez más
ajustados. Además, debe hacerlo en un entorno competitivo cada día más
complejo, en el que los contendientes crecen para mantener su posición y en el
que los competidores están siempre dispuestos a rebañaruna décima de cuota
de mercado.
Ante
este panorama, podemos plantear que el reto del sector no es sino el que ha
tenido siempre: seguir innovando a todos los niveles. No me cabe la menor duda
que, de la misma forma que esta capacidad puede explicar nuestro
pasado, también explicará nuestro futuro.
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