Emilio
Ruiz
Si
usted, lector, tiene alguna deuda pendiente con un banco o una caja es muy
posible que en los últimos días haya recibido –y, si no, esté preparado- una
llamada reclamándole la cantidad adeudada. Pero no ha recibido la llamada de su
banco, caja de ahorros o caja rural, o sea, de la entidad a la que le debe el
préstamo, sino de unos señores que dicen llamarle en nombre de otra entidad, a
la que no conoce de nada y que generalmente tiene un nombre muy raro.
David E. Shaw ha comprado a Cajamar 700 millones de créditos fallidos |
“Perdone,
pero yo a ustedes no les debo nada, deben haberse equivocado de teléfono o de
persona”, es posible que haya sido su respuesta. Y no, no se han equivocado. El
equivocado es usted. Porque su deuda ha dejado de tenerla con su banco de
siempre. Ahora la tiene con quien se la reclama, que suele ser un fondo de
inversión –en el argot financiero llamado fondo buitre- que se la ha adquirido
a la entidad financiera con la que la deuda fue contraída.
El
año 2013, España ha sido un país
enormemente atractivo para los fondos buitre, que han comprado nada menos que 4.600
millones de euros de créditos de dudoso cobro. Prácticamente todas las
entidades españolas han aprovechado ese interés para deshacerse de créditos
morosos. Lo mismo están haciendo las sociedades inmobiliarias.
¿Y quiénes
son estos señores y a qué precios compran? Los fondos buitre más activos suelen
ser grandes gestoras norteamericanas, como Cerberus, Fortress, Lone Star y
Apollo, pero también están apareciendo por el mercado español fondos de menor
entidad, como Yorvik, York Capital, Marathon o Perry Capital. Normalmente, para
sus operaciones en nuestro país, buscan el asesoramiento de personas que
conocen bien nuestro mercado, y si tienen buena influencia, mejor.
Conocido
es el caso de Javier Botín, hijo del presidente de Banco Santander, que ha
creado una firma específica para estas tareas, Savia Asset Management. José
María Aznar Botella opera con Cerberus, el fondo buitre que ha comprado 96
oficinas de Bankia.
¿Y
el precio? Hay que distinguir entre la adquisición de propiedades inmobiliarias
y la adquisición de créditos de difícil cobro. Los bienes inmobiliarios
–grandes promociones de viviendas, edificios de oficinas, empresas inmobiliarias
enteras…- los compran por el 40-50 por ciento de su valor actual. El fondo
Blackstone, por ejemplo, ha comprado 1.800 viviendas de alquiler a la Empresa Municipal
de Vivienda de Madrid por el 40 por ciento de su valor.
Los
créditos fallidos se venden a precio de saldo. En torno al 3 ó el 4 por ciento
de su valor. Hay que tener en cuenta que los bancos no suelen vender créditos
de clientes buenos, y mucho menos de clientes que se encuentran al corriente en
el pago de sus cuotas. Los créditos que se venden tienen para los bancos la
consideración de perdidos y, de hecho, están provisionados como tales al cien
por cien. Cualquier euro que recuperen es beneficio.
También
la entidad almeriense Cajamar ha soltado lastre de este tipo de créditos. El
año pasado se deshizo de 700 millones de euros de créditos fallidos en la
llamada “Operación Ulises” (los mercados suelen bautizar este tipo de
operaciones). El comprador fue David E. Shaw, un multimillonario neoyorkino que
fue asesor del presidente Clinton y que, según sus propias informaciones,
cuenta con un capital de inversiones de 30.000 millones de dólares.
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