Emilio
Ruiz
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Un
maestro de periodistas se nos ha ido: Manu Leguineche. Vasco de nacimiento, alcarreño
de adopción y mojaquero de inspiración. Tenía 72 años. “Era un adicto al sol de
la mañana -nos recuerda quien echó largos ratos con él, Manolo León-, el que
llegaba de Poniente y alumbraba el Malecón de Garrrucha, donde tomaba
Albariño con unos boquerones: el mismo sol que alumbraba su casa de Marina de la Torre de Mojácar,
resguardada de los vientos por el Moro Manco”.
Manu Leguineche |
Manuel
Leguineche tenía todos los premios que un profesional puede tener. Pero había
uno que siempre mostraba con especial satisfacción: el Indalo de Oro que el
Ayuntamiento de Mojácar le concedió hace justamente ahora seis años –maldita casualidad-,
en Fitur 2008.
En más
de una ocasión ha manifestado Manu que los días más maravillosos de los últimos
años de su vida los había pasado en el Levante almeriense. Tan ligado estaba a
nuestra provincia que llegó a prologar el Anuario de la Asociación de
Periodistas de Almería.
El
cariño que Leguineche sentía por esta tierra no le hacía perder el sentido crítico
que siempre ha tenido hacia todo. Lo fue, también, con el desarrollismo urbanístico
de Mojácar. “Yo, antes del cemento posmoderno”, escribió, “me sentaba en el
restaurante Mediterráneo de Mojácar, rodeado de ingleses -¿por qué harán los
ingleses tan poco esfuerzo para agradar?-, frente a la ladera del monte, en la
que verdeaban el romero, el tomillo y la retama, el cantueso y la mejorana. Al
volver después de unos meses me di de bruces con una manzana de casas, de modo
que hube de darme la vuelta para fijar mi atención en un calendario, una
reinona brasileña del fútbol playa”.
Un
episodio gracioso lo escribió Manu Leguineche sobre una señora que llegó a
conocer en Rodalquilar:
“Conozco a una mujer en Almería que vive en un
paisaje mineral, y que en esta época de crisis del género epistolar envía
cartas a Dios a través del Muro de las Lamentaciones de Jerusalén.
"Querido Dios, espero que al recibo de la presente te encuentres
bien...".
-Te
parezco una chiflada, ¿no?
-No.
Lo que quiero saber es si tus cartas llegan a su destino...
-Son
sólo de ida. Nunca espero respuesta.
-¿Pones
el remite?
-Ya
te digo que no espero respuesta.
-Pero,
¿y si se extravía?
-Correos
de Israel es muy seguro. Basta con poner barrio de Givat Shaul, Jerusalén. Cada
cierto tiempo, las cartas las ponen en las hendiduras del Muro de las
Lamentaciones”.
Gran
escritor, enorme periodista, un buen paisano nuestro. Maestro, gracias.
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