28 de Febrero, Día de Andalucía

Antonio García Vargas
Profesor de Métrica

De nuevo celebramos nuestro «Día» quedando pendientes tantas cosas por resolver -casi las mismas que hace siglos-, en ese intento siempre frustrado de reconciliarnos con nosotros mismos. Se optó, no hace mucho, por reformar (o deformar) la Constitución por la simple razón de que lo hacían otros. Siempre a remolque, sin apenas ideas salvo el relumbrón eventual, con una clase política que no acaba de encontrar caminos, siempre empeñada en determinar quién la tiene más desarrollada, pero sin entrar en el meollo de nuestras carencias; ni siquiera en el de resaltar nuestras bondades, que son muchas y de relieve.

Escudo de Andalucía
Nuestro pueblo ha perdido al parecer su sabiduría de siglos. Nuestros representantes han olvidado a qué y a quién se deben. Se torpedean iniciativas de futuro, perdiendo trenes a troche y moche.  Viejos mundos se rompen y un raro viento defenestra voluntades al tiempo que nuevas caras aparecen por el horizonte, mostrando rasgos que no nos son del todo desconocidos y que otrora sembraron de luciérnagas nuestra tierra. Actores sin papel se erigen en protagonistas de obras condenadas al fracaso mientras el soplo de la experiencia lucha por hacer asomar al ojo una lágrima que se rebela. Andalucía no puede por menos que lamentar su desconsuelo en coplillas, fandangos, ágavas y amoraimas, para no caer en la tentación de abrir la reja que sujeta al tigre dormido.

Signo de copla, castañuela, poderío; ¡bruja Andalucía! Somos un pueblo pacífico, / soñador filosófico de la nada y del todo, / amos y sumisos en el amor a la tierra, / dominados-dominantes ante el invasor. / Dueños y señores del secreto de la poesía planetaria./ Pobre de aquél que desconozca los códigos / y rompa las selladas puertas / donde el cordero es lince y la azucena cante / que en la imaginería  calé se derrama. Suspiro andaluz hecho amoraima; / un coro de voces / palmeo y arrullos / sones del alma.Andalucía; ah, mi Andalucía: ocho luceros, ¡ocho!, dormitando al sol de tus montes y playas. Ocho ágavas refrescando las memorias del mar de tierra y agua que nos ciñe; que nos provoca con sus besos de espuma y verso. Ocho provincias y una guitarra; noche flamenca / cielo andalusí. ¡la luna canta! Andalucía, cicatriz ondulante, duende y bulería: Almería, lágrima de luz escanciada en noches de luna fértil. Granada, sonrisa verde persiguiendo vírgenes en tus ocasos. Málaga, parpadeo de sol, contraste simbiótico con la pupila. Jaén, llanto de olivas, vuelo de golondrinas encadenadas. Córdoba, tarde moruna, diálogo permanente con tus ancestros. Sevilla, poema virginal, concubina preñada de risa y coplas. Huelva, lecho de amor donde besan tus brisas vientos y mares. Cádiz, gota de rocío suspendida del trazo  de tus playas.

¡Déjame que te cante en verso, mi amor! ¿No eres, Andalucía, galope de mi sangre, respirando? Dime, bella flor, tú, tan hermosa, ¿en qué agua, verso / prosa, nube, bebes?; ¡dímelo, rosa! Eres como esa eterna mujer de caliza vulva espejeante tendida al borde del sendero: ¡Penetrado surco de la historia! Criatura milenaria, llena de exilios, piedra olivar,  lagartijas y sabor a molusco; a mar. Memoria viva anclada al nudo del tiempo.
Ah, el gesto veloz de tu aire de vino seco se escurre entre las piedras de caminos, promesas, parras, verbos y culebras. Vieja puta, coqueta, de posaderas abiertas a la penetración de nadie; fertilizada in vitro por el saber antiguo. Tu cuerpo es un bosque cultural sellado donde las ansias de conquista perecen. Hay una costra muda recubriendo tus tierras, vigilada por el antiguo lagarto superviviente. Tu verdad está ahí, al alcance de los sentidos, fluyendo, hasta el agobio, quebrándose al sol; escurridiza silueta aspirando caracolas entre bullir de burbujas y cangrejos de roca.

En la noche constelada se dibujan suspiros de sombras vegetales en tu alma de copla. En ti, con letras arábigas, aún se escriben epigramas en hojas de morera. Supiste resistir la polinización mitológica del bárbaro en un “Non serviam” que emanaba de tus ntrañas. Tu ojo vio el comienzo del mundo desde la orilla del mar. Tierra sabia como pocas, has hecho de tu siesta en paz, en un mundo de mentes basálticas, la mayor de tus conquistas. En tu corteza infinita, -sin pinturas de guerra-, reside tu plenitud.

Ah, mi Andalucía, noto que desfallezco en el tacto de tu noche feneciendo cual flor en el ocaso, se desnudan las musas y el Parnaso muta abriendo su ojal cual lindo broche. Sueño un verde desierto de palmeras, la boca sensual de una muchacha, mas… ¿dónde vas chaval con esta facha? ¡No me vengas a mí con peteneras! Ah, mi amor, lozana y bella mater abadesa,  étimon enterrado en la espesura, un hálhal transparenta tu hermosura, soberana de miel en su calesa, con sus ocho luceros, ocho, bordando la corona de tu frente: Almería y su sol fosforescente, Granada verderío lujuriante, Málaga y su gemido desafiante, Jaén verde olivar resplandeciente. Córdoba sarracena, poderío, Huelva sueño de brisa enamorada, Cádiz hermosa hurí desmelenada…  y Sevilla,  ¿Sevilla? ¡Sí, Sevilla!, pujante y tierna, encanto y poderío, por designio divino maravilla preñada por las aguas de su río.

A 28 de febrero de 2014 en el milenio del reino de Almería.

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