El Algarrobico

Agustín de J. Muñoz Soler
Comentarista político

Desconozco si es una maldad o es una paradoja de la vida, pero El Algarrobico se está convirtiendo en un indicador fiel de la moral política actual, porque empezó con la ilusión de muchos almerienses, y no solo carboneros, de encontrar un sustento y, tras mil y una peripecias, desean que acabe para mitigar la hambruna que está generando el desempleo.

Sigo pensando que demoler el Hotel El Algarrobico es una atrocidad, y encima una barbarie política, porque solo se trata de complacer a un grupo político de presión que solo obedece a intereses personales y se encuentra deslegitimado democráticamente porque cuando acudió e una convocatoria electoral hizo tal ridículo que no ha vuelto a comparecer ante los españolitos de a pie para que le corroboraran su acción política.

El Algarrobico / El Mundo
Ya comenté en una ocasión que El Algarrobico se erigió en objetivo ecologista porque hubo una ministra, para colmo fue parlamentaria por Almería, Cristina Narbona, que deseó sortear la gresca con Greenpeace siendo conspicuo representante un afín al PSOE, y quiso, repito, evitarse un problema creando uno más grave, al enviar al referido dirigente ecologista a un lugar que era gobernado por alcalde socialista.

Se trataba de un municipio pequeño y encima estaba en litigio con la Junta de Andalucía por la ampliación del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar al espacio en que se encuentra el hotel. Hotel que era el primero de un complejo hotelero llamado a albergar el primer hotel de cinco estrellas en la provincia de Almería y concebido para atraer turismo de calidad, leonino sector que pretenden convertir en un salva patrias y del que ofreceré mi opinión.

No voy a ser yo quien va a cuestionar la legalidad o no de El Algarrobico, pero sí el que diga que la costa almeriense, en particular, se encuentra plagada de construcciones legales, y a muy corta distancia de este paraje pueden constatar los ecologistas la atrocidad que se ha cometido en el entorno de la Iglesia Parroquial de Mojácar, por ejemplo.

Pretender recuperar el estado original de El Algarrobico es una soez o fruto del desconocimiento, y derribarlo con ese argumento supone un insulto a cualquier españolito de a pie que pase por la zona, dicho sea de paso bastante concurrida desde que alcanzara la celebridad que le otorgó esta nueva escuela ecologista.
(Puede leer el artículo completo en www.lagacetadealmeria.com)

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