El AVE de Almería, en coma inducido

Jesús Fernández Capel
Presidente de Asfal

Ya lo decía el Diario de Almería el pasado domingo: el AVE Murcia-Almería está en coma inducido. O sea, que se ha paralizado todo hasta el desenlace de las elecciones generales de 2015 y lo que decida el nuevo huésped de Moncloa. Por desgracia para nuestra provincia, las obras en marcha y las promesas realizadas en tantas visitas hechas a los tramos en obras han resultado ser un espejismo. Paralizada la redacción de los proyectos de los tramos restantes y acabadas las obras de los únicos cuatro tramos adjudicados, las oficinas, el personal del Adif encargado y los trabajadores han levantado el vuelo hacia otras latitudes más afortunadas por las prioridades políticas. 

Sería muy fácil buscar como único culpable a los rectores del ministerio de Fomento del Gobierno actual, que son los que le dicen a Adif, la empresa pública responsable de las obras, lo que en cada momento tiene y no tiene que hacer. Pero el problema no lo ha creado solo el PP. Venía de atrás, cuando el ministerio de José Blanco decidió que el plazo para la redacción de los proyectos constructivos pasaba en el caso de Almería de doce a veinticuatro meses. El gobierno socialista se quedaba sin dinero para Almería y había que ganar tiempo como fuese y tener entretenido al personal. 

El problema para Almería ya no es la paralización, sino pensar en lo que se podía haber hecho con el dinero que han costado los cuatro tramos, que forman una especie de autopista de 28 km a ninguna parte. Ojo por otra parte a esos cien millones de euros que cada año destina Fomento al Ave Murcia-Almería, que no se gastan y van otra vez a la casilla correspondiente para el siguiente ejercicio presupuestario: un timo gubernamental. 

A esta macedonia de despropósitos hay que añadir la decisión equivocada de la Junta de empeñarse en construir una línea transversal que nunca iba a gestionar directamente, empezando las obras por Sevilla (para qué iban a empezar por Almería si aquí tenemos una vía estupenda), para al final enterrar otros cerca de 300 millones de euros que el contribuyente puso con sus impuestos y que tendrá que pagar en concepto de intereses. 

¿Y ahora qué? Ni AVE, ni soterramiento, ni nueva estación, ni conexión de mercancías con el puerto, ni se rehabilita el edificio histórico para salvar al menos esa joya arquitectónica del ostracismo y el olvido. Tiene guasa que la actuación ferroviaria más importante prevista para la provincia este año sea levantar el haz de vías entre la estación y el Cable Inglés para abrir una calle y poner en valor el solar del Toblerone. Y nos dicen que esa es la primera fase de la integración ferroviaria. A mí esto me suena a desintegración. 

No voy a echarle la culpa al "paracaidista" de turno que mal representa a nuestra provincia ni a otros políticos almerienses que han fichado por Sevilla y que tienen que comulgar con la rueda de molino que les impone su partido. La culpa la tenemos toda la sociedad almeriense en su conjunto. Lo primero que tendrían que hacer por vergüenza torera los señores de la Mesa de las Infraestructuras es disolverse. Y a partir de ahí pasar a la acción de verdad y dejar de reunirse con muros políticos que desde Madrid y Sevilla cercan a Almería. O tal vez caer en la cuenta de que a los almerienses lo del ferrocarril les importa un pimiento y la gente de esta tierra, siempre sola, pueda seguir viviendo.

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