Antonio
Felipe Rubio
Periodista
Imagínese
que alquila su vivienda a un inquilino que le deja la casa como el laboratorio
de Frankenstein: cables, agujeros, desconchones, suciedad, desorden, maltrato…
y, además, una vez entregadas las llaves con descarada displicencia, el gorrino
del inquilino le amenaza con denunciarle por mantener la casa en deplorables
condiciones. Pues eso es lo que ha ocurrido con el Hospital Provincial tras el
paso de la Junta
del PSOE de Sevilla como responsable de estas históricas dependencias para uso
sanitario que, por cierto, no hubiesen superado una superficial inspección
atenida a la normativa vigente de seguridad y homologación industrial.
Ante
la “confrontación” escenificada en una inspección con presencia de medios de
comunicación, la Junta
reacciona pensándose un expediente sancionador por escasa diligencia de
Diputación en el cuidado de un bien de interés cultural. Es como si el cirujano
se deja el bisturí en las tripas y te abochorna por cagarte encima.
Esto
de la “confrontación” es el recurso del tahúr que siempre tiene un comodín en
la manga. Y, aun descubriendo la trampa, ni se inmuta y persiste en el engaño
con desafiante descaro. Esto ha ocurrido en innumerables ocasiones: A-92, redia
del Almanzora, Materno-Infantil, Gran Plaza, 18 de Julio, Ayuntamiento de
Almería, El Corte Inglés, Cable Inglés, facultad de Medicina, Cortijo del
Fraile… Son y han sido proyectos , promesas y compromisos que la Junta ha demorado,
retrasado, malogrado, engañado y manipulado hasta la humillación, y a riesgo de
llevarse un restregón aquél que ose superar la frontera que impone la Junta como factor limitante
para el desarrollo de Almería. Ahí está Gabriel Amat; a punto de ir a la cárcel
por el Centro Comercial Gran Plaza. Recordemos que se utilizó un informe
falseado (Comisión de Comercio Interior) para evitar el parque comercial en
Roquetas (PP) a favor de Vícar (PSOE).
El
destrozo del Hospital Provincial tiene deleznables precedentes. La Junta utilizó las
instalaciones del 18 de Julio y, cuando las abandonó, el Ayuntamiento reclamó
soluciones para adecentar el edificio en el que apareció el cadáver de un
indigente que la Junta
justificó como “hallazgo normal”. Tras años de “confrontación” el SAS no sabía
qué hacer con la edificación que dejó en un estado superior a la repugnante
cochambre; resultado: demolición. Y así ha sucedido con el Provincial, salvo
que se actúe a tiempo para evitar el derribo.
Desde
los lamparones de la Alcazaba ,
el acero corten de la Muralla
de Jayrán… hasta llegar al Hospital Provincial, la Junta entiende las críticas
como desafección al régimen; pero cuando no tiene salida ante la evidencia,
alude a la “confrontación”. Es como un paso previo a criminalizar la
discrepancia o la denuncia como una traición a la “revolución bolivariana” que
se prodiga en el totalitarismo bananero del comunismo caribeño o norcoreano. Y
algunos, insertos en el Gobierno regional, ya apuntaban la bonanza de estas
“deseables aproximaciones revolucionarias”. O sea, la verdadera modernización
de Andalucía tal que la añorada “belleza” del desconchón habanero y el
desvencijado Malecón.
Por
cierto, como a toda depredación “revolucionaria” le antecede el expolio, bueno
sería aclarar qué sucedió con la “desaparición” de un despacho del siglo XIX,
instrumentos de farmacia, aparatos y utensilios de gran valor histórico que se
esfumaron minutos antes de la singular y displicente entrega de las llaves;
acción que no se halla en el ámbito de la confrontación, es descaro y
desprecio. Una más.
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