Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
El presidente del PP, Mariano Rajoy, ha tenido a los populares andaluces
en vilo durante meses. El nerviosismo ha sido total en las
últimas semanas. Finalmente, el lunes a última hora se decidió. Lo hizo por un
candidato que no era el que había señalado desde la dirección andaluza y que
había avalado la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Él que
huye de los líos y del que dicen que prefiere que los problemas se pudran, ha
sido fiel al retrato que le hacen amigos y enemigos. Lo malo es que en el camino
de ese estado de duda permanente del político gallego el PP de
Andalucía, clave para apuntalar la mayoría absoluta que disfruta en La
Moncloa, se ha desmoronado.
Pierden Zoido y Cospedal, gana Arenas |
En su momento electoral más fuerte, los populares andaluces han protagonizado
uno de los líos internos más relevantes que se anotan en el PP.
Andalucía ha sido rehén de los pulsos de poder internos del ámbito
nacional. Aquí han venido a pelearse todos, hasta Esperanza Aguirre. Por eso no es disparatado leer el proceso
sucesorio de Juan Ignacio Zoido en clave de batalla. Como en
todas las guerras, hay ganadores, perdedores, heridos y víctimas. Lo dijo Pío
Cabanillas y la frase está manida porque es cierta: «Al suelo, que
vienen los nuestros». Ayer al PP andaluz no le podía venir mejor.
Quién le iba a decir a Zoido que cuando resignadamente
aceptó ser el presidente de tránsito elegido para pilotar la
sucesión de Javier Arenas su propio partido le iba a pagar así. Se resistió.
Rajoy le convenció a pie de escalerilla de avión cuando se dirigía a una reunión
del Eurogrupo. No sabemos si esta vez también lo llamó a punto de embarcar
destino a Ankara (Turquía) para informarle de que se decidía, por fin, y
deshacía todos los planes que durante los últimos meses habían elaborado en
Andalucía para aupar a José Luis Sanz a la presidencia. Zoido se ha dejado en
este camino mucho de su crédito político y su papel en la alcaldía de
Sevilla se ha erosionado. No es una interpretación malévola: el
presidente del PP andaluz apuesta por un candidato y desde Madrid le imponen
otro. «Si alguien dice, oye, ¿a quién podríamos nosotros poner
que sea más serio y más responsable? Difícilmente podríamos encontrar a una
persona que tuviera más valores y más facultades en esa línea que José Luis
Sanz». Lo dijo Zoido hace un mes. Ayer le contestó Rajoy: «Mejor
vamos a poner a Moreno Bonilla». La primera frase es literal. La segunda,
casi.
El alcalde de Sevilla tomó las riendas del partido en julio de 2012, en el
peor momento posible y con un halo de interinidad que deslució su nombramiento y
sonó a solución temporal. Asumió el reto de encargarse de que al PP andaluz
no se le indigestara la sucesión del eterno líder, Javier
Arenas, y le ha salido fatal. Es verdad que no le han ayudado. Se ha
llevado meses pidiendo el relevo y Génova ignorándolo. Y cuando por fin le han
dado luz verde, lo han desacreditado.
También le ha salido cara la apuesta a José Luis Sanz,
aunque en su caso él tenía claro desde el principio que iba a jugar para ser el
sucesor del sucesor. Logró el apoyo de la secretaria general del partido, María
Dolores de Cospedal, aunque su primer favorito fue el alcalde de Córdoba, José
Antonio Nieto. Logró el respaldo de la mayoría de los presidentes provinciales.
Pero no tenía el de Rajoy. Quizás debería de haberse dado cuenta cuando el líder
del PP frenó su designación a final de noviembre. O cuando volvió a frenarlo
hace solo una semana. Sanz no ha anunciado su retirada. Sopesa no firmar el
armisticio y dar la batalla. En su contra, dicen que podría ser imputado por un
escándalo de facturas falsas en su Ayuntamiento.
¿Y Cospedal? Es incomprensible que la número dos del PP
señalara a Sanz y ahora Rajoy la desautorice. ¿Hablan? Desde Andalucía le
atribuyen a Arenas los últimos movimientos que han desestabilizado la operación
sucesoria. El PP de Málaga, indignado con el creciente poder de los populares
sevillanos, y Cádiz, cobijo de la mano derecha de Arenas, también han sido
importantes. En clave nacional dice que ha ganado Saénz de
Santamaría. Ella, cuentan, es la que de verdad ha situado a Moreno
Bonilla como la tercera vía por la que ha optado Rajoy . Él era más de Báñez y
Cañete, pero los ministros no querían y Moreno Bonilla, aunque
dijo que no («Yo no quiero ser candidato y no voy a ser candidato»,
octubre de 2013), sí. Estaba ahí, sin hacer ruido, hasta dar el
campanazo.
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