Mónica Ureta
Periodista / El Correo de Andalucía
Ha sido sin duda el protagonista político desde que hace doce días se
convirtiera en el elegido por el presidente, Mariano Rajoy, para liderar el PP
andaluz y en este corto tiempo, Juan Manuel Moreno Bonilla ha dejado claro cuál
es su estilo. Fresco, directo, con frases del tipo «Yo me muero por ser
presidente de la Junta» o el PSOE me tiene «eslomado a palos», un
discurso muy distinto, desde luego, al de José Luis Sanz, quien hasta hace muy
poco se perfilaba como el favorito para suceder a Juan Ignacio Zoido, y más
parecido al del todopoderoso Javier Arenas. El dirigente malagueño, que no ha
tenido prácticamente vida orgánica en Andalucía y es un gran desconocido en esta
tierra, concluyó ayer su tour exprés por la comunidad para recabar apoyos
internos de cara al congreso extraordinario del próximo fin de
semana. Consciente de que esperpéntica sucesión en el PP andaluz ha
dejado un partido roto por la mitad, Moreno Bonilla ha hecho contantes llamadas
a la «unidad» y a la necesidad del cambio en Andalucía tras 30 años de
socialismo. En Almería animó a los andaluces a provocar una «ola de
rebeldía» para desbancar a un Gobierno «sin pulso». Y soltó otra de sus frases
que definen el tipo de liderazgo al que aspira: «Tenemos el toro en suerte y
ahora nos queda la faena de gobernar Andalucía».
Moreno, ayer, en Almería |
Moreno Bonilla ha aterrizado como un tsunami. Su nombre se despejó a solo
tres semanas de uno de los congresos más difíciles del PP-A y en estos días se
ha dedicado básicamente a dos cosas: ha iniciado
una ronda mediática a nivel nacional para aumentar su grado de conocimiento
ciudadano en tiempo récord (imitando la estrategia de la presidenta
andaluza, Susana Díaz), y ha tratado de amarrar un respaldo interno suficiente
para llegar al congreso con los deberes hechos. La división es palpable, por
mucho que públicamente todos se rindan al flamante nuevo líder. En pocos
días se ha reunido con todos los presidentes provinciales para escuchar sus
demandas y diseñar una ejecutiva en la que todos se vean representados.
La gran incógnita, que pretende desvelar de forma inminente, sigue siendo el
nombre de su número dos y si creará un tercer puesto clave, como el de
vicesecretario general. En principio busca a una mujer de la Andalucía
occidental para la secretaría general y quiere respetar los equilibrios
territoriales. El
miércoles logró pasar el trago de presentarse ante la organización
sevillana, a la que pertenecen Zoido y Sanz y muchos de los que apostaron,
al igual que lo hizo la número dos del PP, Dolores de Cospedal, por el actual
secretario general andaluz como candidato y futuro presidente.
Otro de los retos más urgentes del dirigente malagueño es levantar la moral
de la tropa en un partido abatido por una situación de interinidad que arrastra
desde hace más de año y medio. En estos días el secretario de Estado de
Servicios Sociales e Igualdad se ha reunido con los diputados autonómicos y con
los parlamentarios andaluces en las Cortes y a todos les ha inyectado «energía».
Los que le conocen dicen que Moreno Bonilla es así, un optimista
convencido que irradia ilusión y que se ha encontrado un partido
deprimido, de ahí sus continuos mensajes a que la victoria real –que
les permita alcanzar San Telmo– es posible.
Ayer recaló en Almería y, acompañado por Arenas, al que se le considera
vencedor del pulso con Cospedal a cuenta de la sucesión, aseguró que del
congreso del PP-A surgirá un «gran equipo que será el equipo del futuro
Gobierno» y que todos los populares saldrán con «las pilas cargadas y pensando
en los próximos objetivos electorales», informa Efe. Criticó que el Gobierno de
Díaz «no tiene pulso y que en medio año no ha aprobado ni una sola reforma».
Moreno Bonilla, cuyos padres tuvieron que emigrar a Cataluña, dijo que existen
motivos para «rebelarse» porque «como padre no quiero ver a mis hijos emigrar».
«Me rebelo contra la permanente inestabilidad a la que ha sometido la
Junta» a Andalucía, insistió.
Fortaleza y debilidad. Además de la apariencia de renovación
y cambio, una de las fortalezas del joven malagueño ha sido alimentar la idea
del adelanto
electoral en la comunidad, un debate que siempre ha estado ahí pero que la
actual dirección del PP-A nunca ha creído verdaderamente que pueda ocurrir. El
nuevo discurso de los populares sobre la «inestabilidad» del panorama político
coincide además con «movimientos extraños» del Gobierno andaluz, a ojos del PP,
como la decisión de cerrar el Presupuesto de la Junta en mayo.
Pero el candidato del PP también ha aterrizado envuelto en la polémica.
La mayor controversia que ha rodeado a Moreno Bonilla desde su elección
ha sido por su currículum, que el ministerio infló y que él mismo tuvo
que rectificar. El PSOE se ha encargado de desnudar sus debilidades. Le reprocha
que no tenga discurso propio para Andalucía porque es un candidato «impuesto»
por Rajoy. Ayer el coordinador de la Interparlamentaria socialista, Miguel Ángel
Heredia, lamentó que «lo único que ha hecho» Moreno Bonilla «desde que
fue propuesto con el dedazo» ha sido criticar a Susana Díaz, pero «no
se le ha oído ni una sola propuesta ni planteamiento de futuro para Andalucía».
Los socialistas le acusan, como número dos de Ana Mato, de desmantelar la
dependencia y de meter sin piedad la tijera en los servicios sociales, y le
afean su postura sobre la reforma del aborto, donde se ha alineado con la tesis
oficial del Gobierno central. A su imagen tampoco ha ayudado el hecho de que
llegara a cobrar hasta 94.000 euros de sobresueldos del PP.
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