Rafael
M. Martos
Director
de Noticias de Almería
No
comparto ni por asomo la efusividad con la que algunos han acogido el acuerdo
entre el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez, y la consejera de Fomento
y Vivienda, Elena Cortés, para culminar la rehabilitación del Ayuntamiento y la
conocida popularmente como Plaza Vieja. El
acuerdo, bien mirado, es más de lo mismo o incluso peor, pero todo el mundo lo
ha aplaudido, porque todos algo tienen que ganar con él.
Hubo acuerdo |
Lo
más sorprendente es que el concejal de Izquierda Unida Rafael Esteban haya
llegado a declarar que ha tenido que haber una consejera de IU para alcanzar el
acuerdo, y ha recordado que quien lo firmó fue otro concejal de esta formación,
Diego Cervantes, responsable de Urbanismo bajo el mandato del socialista
Santiago Martínez Cabrejas.
Ese
análisis, en vez de enfocarse al autohomenaje, debería haber concluido destacando
la actitud cicatera del PSOE, que -se deduce de sus palabras- no ha propiciado
este acuerdo que sí se ha producido con la consejera de IU.
Pero
es más, lo que tampoco dice el concejal es que Cervantes firmó que la
rehabilitación fuera costeada íntegramente por la Junta de Andalucía, y ahora
se pagará a medias con el Ayuntamiento de Almería. No parece importarle que
ahora haya que detraer del dinero de todos los almerienses, del dinero que debe
ir a los barrios, a la dependencia, a los jardines, a la limpieza, a obras, a
calles... lo que la Junta
de Andalucía no va a poner.
Otro
cuyas declaraciones sorprenden es el edil socialista Joaquín Jiménez, que decía
que el acuerdo se había producido "como no puede ser de otra forma".
Hombre, compañero (por lo de periodista, claro), claro que puede ser de otra
forma, y es que de hecho, el acuerdo era absolutamente innecesario. Innecesario
por cuanto había un convenio firmado entre un alcalde socialista y un
presidente de la Junta
socialista, y se supone que lo lógico es cumplir con lo firmado, ¿no? Si el PSOE
hubiera cumplido, este acuerdo no se hubiera tenido que alcanzar porque la obra
llevaría acabada alrededor de una década.
Y
volvemos a la satisfacción que sienten los concejales de la oposición en el
Ayuntamiento de Almería cada vez que se le ahorra dinero al gobierno
socialcomunista o bipartito andaluz. No lo comprendo, sinceramente.
Lo
que está claro es que el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez, ha tenido
más paciencia de la necesaria, y se ha movido entre el diálogo y la exigencia,
entre el pacto y el ultimátum, y al final ha logrado un compromiso que -me
cuentan- no está demasiado convencido de que la otra parte vaya a cumplir.
El
alcalde está satisfecho porque espera ver concluido en este mandado municipal
la obra, y poder mostrar en esta época de crisis tan poco dada a las
inversiones, algo tangible y visible como culminación de su gestión. Pero al
margen de eso, poca satisfacción más, porque lo que debió hacer la Junta de Andalucía al cien
por cien ahora será cofinanciado, y eso supone restar recursos de otros
menesteres.
Oiremos
y leeremos el chorreo valoraciones sobre la "lealtad institucional",
la necesidad de diálogo entre instituciones y todas esas zarandajas, cuando lo
cierto, lo realmente cierto es que una obra que debió pagar íntegramente el
Gobierno andaluz y estar acabada en 2005, será pagada a medias con el Ayuntamiento
tras reiniciarse en 2014. Y eso... con suerte.
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