Rafaela
Abad
Concejala
de Hacienda del Ayuntamiento de Almería
Cada vez estoy más convencida de que en la política, como en la vida, no todo vale.
Pero lo que debiera ser una máxima común no parece aplicable a algunos
representantes públicos, empeñados en repetir una mentira mil veces para
hacerla parecer verdad. Lamentablemente, esta es la estrategia que está
siguiendo la oposición social comunista del Ayuntamiento de Almería, a la que
la cercanía de las elecciones europeas parece haber despertado de su letargo.
Joaquín Jiménez, portavoz del PSOE |
Sin nada que rascar, PSOE e IU cogieron el carril del IBI, las multas de
tráfico o el antiguo sanatorio de la
Virgen del Mar como arietes contra el equipo de Gobierno
municipal, un carril que se les acabó hace tiempo y que, sin embargo, quieren
estirar y estirar a base de puestas en escena y denuncias sin sentido que sólo
buscan obtener un eco mediático. Mucho ruido y pocas nueces.
Utilizando un símil futbolístico, la oposición se parece en estos momentos a esos equipos que, impotentes ante la buena actuación de su adversario, optan por embarrar el partido a ver sí así pueden dar la vuelta al marcador o enjugar su derrota. Se trata de crear una atmósfera enrarecida que favorezca sus intereses, embarullar y manipular la realidad, confundiendo y alarmando al espectador, léase ciudadano, reclamando su atención con un juego trabado y marrullero.
Tanto en los errores cometidos por el Catastro como en la gestión de las multas de tráfico o en la compra del antiguo sanatorio de
Quienes todavía confiamos en el juego limpio y creemos en la política como un servicio a los ciudadanos, por encima de partidismos o de ejercicios de demagogia, no dejan de sorprendernos determinadas actitudes. Podrán seguir con su soniquete, podrán continuar con su política de 'difama que algo queda' y podrán ir de barrio en barrio intentando engañar a los vecinos, pero las mentiras tienen las patas muy cortas y son pan para hoy y hambre para mañana.
Controlar la acción de gobierno es algo lícito en una sociedad democrática,
hacerlo a través de falsedades, medidas verdades o golpes de efecto es un
fraude a los ciudadanos, que no se merecen representantes que quieran
justificar su sueldo actuando con mala fe, trampeando y manipulando unos hechos
en los que el Ayuntamiento ha actuado con total transparencia y escrupulosidad
legal.
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