Isabel
Morillo
Jefa
de Andalucía de El Correo de Andalucía
La
jueza Mercedes Alaya, instructora de uno de los mayores casos de corrupción del
país, el llamado caso de los ERE, es cada vez más víctima de su propio
personaje. No deja indiferente a nadie. Para algunos es la heroína, la mujer
valerosa que ha venido a salvar Andalucía y poner freno a años de vergonzosos
tejemanejes del PSOE con los fondos públicos en Andalucía. Para otros es una
magistrada con excesivo afán de protagonismo, con intereses políticos, que va a
ser capaz, con su soberbia, de dar al traste con la investigación sobre la
supuesta trama fraudulenta tejida con fondos públicos que deberían de ir
destinados a los parados andaluces. Desde luego, no hay medias tintas ante esta
mujer, de brillante trayectoria profesional y madre de cuatro hijos, que tiene
club de fans en Facebook con 40.000 seguidores, está en los 50 años y es muy
celosa de su vida privada, pese a estar cada vez en el punto de mira de los
medios.
Mercedes Alaya |
Es
tanta la expectación que suscita que posiblemente a estas horas ya habrán visto
repetidamente la foto de la magistrada de nupcias, celebrando sus bodas de
plata, 30 años después de que contrajera matrimonio muy joven por vez primera y
después de que parte de su vida privada haya corrido de boca en boca por
mentideros políticos y periodísticos. Todos la diseccionan desde que la titular
del juzgado número 6 acapara portadas nacionales y minutos de telediario. Ella
nunca ha concedido una entrevista. No atiende a los periodistas. Realiza su
paseíllo por los juzgados como Cleopatra, sin torcer el rictus, casi sin una
expresión en el rostro que permita adivinar lo que realmente está pensando ante
la maraña de objetivos y flashes que la persigue. Se comentan sus autos pero
también sus trajes y sus zapatos.
Cuando
en la redacción de este periódico se ha discutido si su boda ayer en Sevilla
debía de ser objeto o no de cobertura, como si de un personaje más de la
sociedad sevillana se tratara, ha habido lecturas de todo tipo y muchas
opiniones. Interés tiene. A estas alturas de la película negar el protagonismo
y la influencia de posiblemente la jueza más conocida en España es absurdo. Se
puede discrepar sobre si el personaje se lo han creado los medios o ella misma
a golpe de personalísimos autos y una instrucción polémica que la superjueza se
encarga de alimentar. También se podría discutir sobre dónde está el límite de
la vida privada de un personaje público o el tono con el que deben abordarse
estas informaciones._Pero que doña Mercedes –como la llaman– es un personaje
público no es dicutible. ¿Por qué no es noticia el juez que instruye el caso
Invercaria y que tiene bajo su manto nada más y nada menos que nueve empresas
de la Junta ?,
pregunta Rocío Velis, experta en tribunales de este periódico. Quizás sea cosa
del capricho mediático pero puede tener mucho que ver con el propio talante de
la magistrada. Ella ha sido la encargada de convertir su trabajo al frente del
mayor caso de corrupción de España en toda una fiesta mediática.
Interrogatorios hasta altas horas de la madrugada, fianzas millonarias, pulsos
con la
Fiscalía Anticorrupción y con la Audiencia de Sevilla,
rifirrafes con los letrados de la causa, duras llamadas al orden al Gobierno,
al Parlamento, a la Cámara
de Cuentas, a la
Intervención General … Alaya no ha dejado títere con cabeza. A
estas alturas es absolutamente imposible, incluso para periodistas de
tribunales con memoria de elefante, seguir el rastro del poderoso ovillo en el
que ha convertido el caso ERE. Una bola gigante y peligrosa que puede acabar
arrollando a la propia instructora.
Son
144 imputados. Se empezó investigando un supuesto fraude en las ayudas
sociolaborales de la Junta ,
concedidas para financiar expedientes de regulación de empleo y para reflotar
empresas en crisis. Se conoció que supuestamente y saltándose todos los
mandatos legales, se propició, vía Presupuestos de la Junta , que estos fondos
salieran del circuito oficial y saltaran, mediante la polémica figura de las
transferencias de financiación, de la Consejería de Empleo a una de sus empresas
públicas (primero el IFA; después la Agencia IDEA ). Se evitaban así controles. Todo
esto fue tejido, durante diez años, con varios personajes clave. Un exdirector
general de Trabajo, que encima –según su chófer ha declarado –tenía adicciones
al alchohol y la cocaína. Un exsindicalista y conseguidor de las ayudas
públicas, Juan Lanzas, de quien su madre dijo que tenía «dinero para asar una
vaca». Empresas aseguradoras, que cobraron comisiones desorbitadas de las que
también, presuntamente, se nutrió el fraude y que pudieron servir para
financiar irregularmente a los sindicatos. En la cárcel estuvo Antonio
Fernández, exconsejero de Empleo, sobre quien pesa una fianza de 807 millones
de euros. Muy distinta suerte de la que está teniendo su antecesor, José
Antonio_Viera, que aunque la
Guardia Civil le ha atribuido un papel esencial sigue resguardado
en el Congreso, aforado y sin que la jueza parezca que quiera, como le ha
pedido la Audiencia ,
dar el paso de inhibirse hacia un tribunal superior. Los expresidentes de la Junta están señalados; la
exconsejera de Hacienda, Magdalena Álvarez, en la picota y el empresario Ruiz
Mateos con amenaza de detención. El ovillo sigue engordando y engordando, sin
que la mayoría sea ya capaz de encontrar un hilo argumental sensato en la
instrucción y con peligro cierto de que prescriban los delitos. La heroína
Alaya o la soberbia y ambiciosa jueza, según quien la considere, ha creado un
personaje y sea responsabilidad suya o no todo esto está perjudicando a una
causa que investiga el uso de, al menos, 850 millones de euros de dinero
público.
Es una mujer muy valiente, de la que muchos de sus colegas debieran de tomar ejemplo...
ResponderEliminarSi señor, una sra. con un par de.....lástima que no haya muchas como ella.
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