Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
Al
personaje Antonio Alcántara de “Cuéntame cómo pasó”, que quieren que les diga,
que no me lo creo. Y me explico. Cuando inició su andadura, hace ya unos años,
la serie, de indudable éxito televisivo, las presentaciones informaron que se
trataba de explicar el proceso desde la dictadura a la democracia, a través de
una familia española, más bien de clase media baja, de barrio, muy
representativa de la sociedad que ha ido evolucionando en nuestro país. Los
guionistas han trabajado a fondo sobre cada uno de los personajes que han dado
su sello especial a la serie y a cada momento histórico. Y así ha sido
aparentemente, hasta el punto de que la mayoría de los telespectadores se han
identificado con esta familia, convirtiéndola en algo propio y a la que han
dado cabida en muchos hogares españoles.
Imanol Arias / Antonio Alcántara |
Dos
personajes se convierten en la guía de conducción principal: Antonio Alcántara
(Imanol Arias) y Mercedes (Ana Duato). Y por ahí anda el matrimonio
protagonista, en estos momentos en horas bajas, después del golpe de escándalo
que ha recibido la audiencia fervorosa, tras el hecho de que el protagonista
(Antonio) ha engañado a su mujer (Mercedes) que lo ha echado de casa. Y la
ejemplaridad inicial parece que, de momento, queda por los suelos. Algo que
sólo los guionistas, pues de eso se trata, pueden arreglar, cuando le interese
a la productora de la serie, que vigila muy de cerca el éxito, entre subidas y
bajadas de audiencia.
Lo
arriesgado y complicado, pero coherente, habría sido desarrollar la serie en el
mismo o parecido entorno en el que se inició, lo normal, con cambios sociales
más coherentes. Pero no, el “bueno” de Antonio Alcántara ha pasado por todos
estos oficios, que yo recuerde, desde los 60 hasta los 80 (ahora está la serie
en 1982): Conserje de ministerio, empleado de una constructora, empresario de
la construcción, dueño de una imprenta; político con UCD, llegando a ser
director general de Agricultura; candidato a la alcaldía de su pueblo
(Sagrillas); empresario con una empresa dedicada a hacer banderas, pancartas y
estandartes para las elecciones; dueño un pub de alterne; y en la actualidad
bodeguero… Y en esta trayectoria, no le faltó, entre los problemas que sufre el
personaje, la caída en el juego, vamos, que Antonio Alcántara tuvo su fase de
ludópata. En fin, que, según los guionistas de la serie, ¿este personaje es
representativo del ciudadano medio español en estas décadas? ¡Venga ya!
En fin, que yo no me lo creo y son inverosímiles las vueltas y revueltas
de Antonio Alcántara.
Hay
otros interrogantes de la serie, que sólo voy esbozar. Por ejemplo, que
el hijo (Carlos), de joven sea propietario de un local de copas y música, en un
remedo ridículo de la “movida” madrileña, tras sufrir problemas como el que le
llevó a la cárcel, siendo inocente, en un asunto de drogas. Otras reflexiones,
por otra parte, apuntan a la evolución de la hija actriz (Inés) o al hijo mayor
(Toni) metido a periodista. Son cuestiones que se miden en función del interés
de la serie. Me pregunto por dónde anda esa “otra” juventud que también existió
y que apenas sale en “Cuéntame cómo pasó”. Mercedes tiene también otra
trayectoria: ama de casa, peluquera, estudiante universitaria, modista y
diseñadora, etc., digna de mayor estudio.
Eso
sí, en la serie están dos personajes, en mi opinión, muy bien construidos,
coherentes: Don Pablo (José Sancho, extraordinario), empresario corrupto de la
construcción, que dominó la serie en las primera etapas; y la Abuela (María Galiana,
extraordinaria), siempre presente. Estos personajes, sí me los creo, tal cual.
¿Pero a Antonio Alcántara? Nada de nada. Eso si, nada que reprochar a Imanol
Arias, actor ejemplar. ¿Pero los guionistas qué me quieren contar? ¡Vamos, que
no!
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