CASI, tomates y Almería

Javier Salvador
Periodista / Teleprensa

Si juntamos tres palabras como CASI, tomates y Almería, las ponemos en la casilla de buscar de Google, Yahoo o Bing, entramos en un mundo de informaciones que de una forma u otra escriben la historia del campo almeriense en su forma de ser más genuina. Verán, intentaré explicarlo pero les aseguro que no  es fácil, ya que el campo almeriense tiene muchas identidades y todas ellas se reflejan en los distintos tipos de subastas, cooperativas y empresas que comercializan el producto del campo.

José María Andújar, presidente de
CASI / Foto: almeria360.com
Está el tesón y la sencillez de los vicarios reflejada en Vicasol, esa obsesión de capitalidad comarcal de los ejidenses reflejadas en Agroponiente o La Unión, la búsqueda del algo más allá de lo que da su territorio de los roqueteros, mojoneros y otros en Agrupaejido. Y bueno, llegamos a la peculiaridad de la Cooperativa Agrícola San Isidro (CASI), que para mi ha sido siempre lo que yo llamo el agricultor de agua salada, ese que casi con todo en contra ha tirado siempre hacia delante, al estilo del ciclista que sube un puerto de montaña y sabe que lo suyo es pedalear, sin levantar la cabeza hasta que llega a la meta. Sin ganas de protagonismo, sin ninguna pretensión de nuevos experimentos y conscientes de que su cooperativa tiene que tener como objetivo vender caros sus productos y que su marca sea aval suficiente para que Cajamar u otros financien a sus agricultores con condiciones negociadas casi al estilo de un trato al puro estilo del campo: clarito y en pocas palabras.

Para que se hagan una idea clara de lo que aguantan estos de “la CASI. Son los agricultores líderes en tomate de todo el mundo,  la envidia de todos, pero aquí en Almería si no llega a ser porque la burbuja inmobiliaria reventó los habríamos declarado casi proscritos porque sus plantaciones e instalaciones ocupan el 100% de la vega, esa enorme extensión de terrenos que se abre desde la capital hacia el levante y que hacía falta para los campos de golf que nos iban a retirar a todos del trabajo mundano y de levantarnos temprano.

Pues bien. Las aguas andan más que revueltas en la cooperativa porque, supongo, que a muchos de su agricultores les resulta demasiado ruidoso que de la noche a la mañana se cambie de un modelo que el mercado mundial había aceptado y que garantizaba transparencia e igualdad de oportunidades por otro que, en otros lugares, ha llevado a la corrupción de la cadena.

Supongo que a buena parte de los socios de Casi no les ha hecho mucha gracia que el tradicional estilo callado y discreto, se cambie por otro que para gozo de la hacienda pública del ministro Montoro grita a los cuatro vientos lo que se gana o lo que se deja de perder. Y así suma y sigue hasta el punto de dar a conocer lo sobraos que andan capaces de dirigir una cooperativa, un equipo de fútbol e incluso una ciudad si hace falta. Y no es malo, pero cada cosa en su momento y en su lugar para que luego no se saquen de contexto. Porque claro, sólo les falta decir públicamente que Casi tiene fuerza suficiente como para cambiar al presidente Cajamar si se lo proponen.

Y bueno, es una cuestión de estilo. El que hay ahora, me van a permitir un símil televisivo, es algo así como El Cordobés hijo en el programa Mira quien baila, cuando hasta ahora en esa franja horaria sólo se daban documentales como en La 2 de TVE.

Los cambios, ya sean buenos o malos, no somos los periodistas, bancos o políticos quienes tenemos que decirlo, sino los agricultores socios de la cooperativa y ya tengan una o veintiuna hectáreas, pero de cualquier forma, de lo que sí somos todos ya conscientes es de que unidad, lo que se dice unidad, no hay mucha, y, a partir de ahí, jugar a ser famoso puede hacerte más débil que fuerte.

Se trata de técnicas y tácticas de comunicación, pero, claro, igual me equivoco y el actual presidente de Casi también está capacitado para dirigir una consultora de comunicación o incluso un periódico. Quién sabe.

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