Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
Cultura,
un periodismo no neutral, comprometido, con un gran sentido crítico ante la
realidad, fueron conceptos muy presentes durante la Transición democrática en
Andalucía. Y ahí ocupa su propio espacio, la revista La Ilustración Regional,
un proyecto de vida efímera, apenas dos años. Suficiente para dejar una estela
importante pero también para interrogarse por qué el proceso democrático no fue
capaz de consolidar ningún proyecto de revista cultural y de información.
Nº 1 de La Ilustración Regional |
La Transición dejó en la estacada, por
ejemplo, a nivel nacional a Triunfo y Cuadernos para el Diálogo. Así que menos
aún revistas andaluzas (Naif, Almería Semanal, Algarabía, Torneo, etc.). De todas
formas la función de estas revistas es un elemento imprescindible para interpretar
nuestra particular memoria histórica. La reciente publicación del libro de
Manuel Ruiz Romero La Ilustración Regional (1974-1975).- Una revista para la
Transición Andaluza (Instituto de la Cultura y las Artes, Sevilla, 2013) sitúa
su recuerdo en una actualidad, ya en el siglo XXI, que justificaría más que
nunca su resurrección. Pero estoy seguro que nadie está dispuesto a ello.
Dos
años de vida. La
revista mensual La Ilustración Regional nace en Sevilla, en 1974 y desaparece
con su último número en enero de 1976, en total 16 números. La empresa editora
es Sociedad Andaluza de Ediciones. El primer director de la publicación es
Javier Smith Carretero, pero ya en los primeros números es sustituido por
Miguel Ángel Agea Amador. El capítulo de redactores y colaboradores aparece
unificado en los primeros números: Manuel Pizán (Madrid), Antonio Burgos,
Eduardo Chinarro, Víctor Pérez Escolano, Juan Pedro Garrido, Equipo 4-14,
Equipo 15, Aurora León González, José Herrero, Carmen Jiménez, Catherine
Levasser, Roberto Mesa, Alfonso Montecelos, Elena María Orta, Rafael Ruiz,
Jorge Santamaría, Francisco Zueras.
A
ellos se fueron añadiendo nuevos colaboradores intentando abarcar el territorio
andaluz: Miguel Ángel Blanco Martín (Almería), Manuel Gómez Cardeña (Almería),
Juana Basabe, José María González Ruiz, Andrés Martínez Lorca, José Aguilar
Villagrán, Antonio Ramos Espejo (Granada), J. Rodríguez Gordillo, Carlos
Centeno (Jaén), Antonio Checa, Juan Antonio Lacomba, Francisco Lara, A.
Rodríguiz Almodóvar. Ilustradores: Ric-Ric y Saltés.
En
el número 14 (octubre, 1975) presenta ya Consejo de Redacción compuesto por
Antonio Burgos, Antonio Checa, Ángel Fernández Millán, Andrés Martínez Lorca,
Manuel Pizán e Ignacio Romero de Solís. El
sumario de la revista durante su trayectoria mantiene las secciones para hacer
una radiografía informativa de la realidad andaluza: Editorial, Cartas al
director, Actualidad (nacional e internacional), Vida regional, Economía, Laboral,
Nombres propios, Cultura, Hemeroteca andaluza, Especial.
Secuestro. La
revista sufrió un secuestro, el número 6 (1975), acusada de supuesto ataque a
la unidad nacional y fomento del separatismo. Esta cuestión fue puntualizada
por la revista en el nº 7 con un editorial explicativo, recordando su
declaración de intenciones y objetivos
con motivo del nacimiento de la revista, “...informar primordialmente
sobre los problemas de la región andaluza, desde la ecología a la política,
pasando por la enseñanza, el urbanismo, la economía, el folklore, etc., … la
motivación fundamental de la aparición de esta nueva publicación es contribuir
al nacimiento de un estado de opinión sobre las múltiples, graves y urgentes
problemas que se le presentan a Andalucía en este momento histórico de
transición y cambio. En definitiva es vocación de estas páginas servir de
soporte material de expresión a una pluralidad de enfoques e incluso dar abrigo
a puntos de vista divergentes, tanto de andaluces como de no andaluces, que
tengan como denominador común su preocupación por Andalucía. La razón de este
ecumenismo debe quedar bien patente: La Ilustración Regional no es portavoz de
grupo alguno, económico o político. Por tanto, pretende sólo propiciar una
reflexión colectiva sobre la cuestión andaluza, entendiendo, por tal, la
situación de postración económica, marginación cultural y alejamiento del
quehacer político de Andalucía en relación con el resto del país…”
La
sección Cultural en La Ilustración Regional recorre un amplio espectro, con
firmas de sus colaboradores, fundamentalmente de Sevilla, con trabajos sobre
Cine-Clubs, Arte contemporáneo, Ginés Liébana, la nueva música, cantautores,
erotismo y literatura, reivindicación de Luis Cernuda; entrevistas a Leopoldo
Azancot, Dionisio Ridruejo, Caballero Bonald y José Monleón. Y entre los temas
‘especiales’ destaca la conmemoración del Centenario de Antonio Machado (nº 10,
junio, 1975), un homenaje que se constituye en torno a una imagen reivindicada
por la transición democrática en todo el país; Tartessos, la vigencia de Blanco
White, etc.
Panorámica
intelectual en Almería. La
presencia de Almería en las páginas de La Ilustración Regional está a través de
crónicas de los periodistas Manuel Gómez Cardeña y Miguel Ángel Blanco, a los
que se añade el economista Serafín Mateo Callejón con un informe sobre el
‘boom’ de la nueva agricultura bajo plástico, y una entrevista de Antonio
Fernández a Don Marino Álvarez Mínguez, conocido párroco del barrio de La
Chanca: “Voto por la amnistía-amnistía. Estimo de elemental humanidad el
pronunciamiento del Gobierno por mi voto, voto representativo del común sentir
de los españoles”.
Aunque
el espectro informativo sobre Almería es diverso (corruptelas urbanísticas y
municipales, conflictos por el agua, alarmas por los rumores de un proyecto de
central nuclear, etc.), no faltan análisis sobre la realidad cultural
almeriense. El hecho de que estos planteamientos informativos aparezcan, no en
un diario local, sino en la perspectiva de una revista andaluza regional, con
difusión en las ocho provincias, da una proyección significativa a la personalidad
de lo almeriense en un contexto andaluz.
En
un artículo en torno a la realidad intelectual en Almería, este periodista
(Miguel Ángel Blanco Martín) introduce un significativo y pequeño texto, al
margen, de entrada: “Ya compuesto este artículo, ha sido dado a conocer por la
superioridad, que han sido prohibidas todas las actividades culturales del
Colegio Universitario” (nº 9, mayo de 1975).
En
pleno 1975, en vísperas del fallecimiento de Franco, el mundo cultural y
universitario, sobre todo, es un hervidero de contestación, bajo la atenta
vigilancia y control del Gobierno Civil. De ahí, el significativo análisis
sobre la realidad intelectual/cultural de Almería, que hace el periodista:
“Respecto al Colegio Universitario, cuyas actividades culturales siguen
suspendidas, varios profesores no numerarios y alumnos han recibido cartas de
amenazas, acusándolos de ser los protagonistas de los conflictos que se
plantean en el Colegio. Las cartas, a multicopista, van firmadas por una
agrupación nueva de la derecha: Grupo de Intelectuales de la Alianza del
Pueblo…”.
La
reflexión del periodista sobre la intelectualidad almeriense en 1975, incide en
un ciclo organizado por el Ateneo de Almería sobre los problemas
socioeconómicos de Andalucía, aplicados a Almería. Y eso explica la
participación de Antonio Castro Villacañas (estado pluralista, con partidos
políticos), Salustiano del Campo (conciencia regional y el papel de los
intelectuales andaluces), Campos Nordmann (primacía del sector agrario para el
desarrollo andaluz) y Emilio de Figueroa (industrialización con recursos
naturales propios), ante una conciencia regional que se intenta construir, “… los intelectuales van a tener mucho que ver en esa toma de conciencia…”
(“Almería. Panorámica Intelectual”. La Ilustración Regional, nº 9, mayo de
1975, p. 22).
Pesimismo. El
pesimismo es un factor dominante, un matiz negativo desde una reflexión
crítica, “…desde el momento en que todos están en manos de lo oficial. Hay dos
instituciones que permanecen en el sueño invernal: Círculo Mercantil y Casino
Cultural, patrimonio de una minoría -no intelectual-, culturizada en las cifras
que aprendieron en las instituciones oficiales de enseñanza o en los archivos
que duermen en sus estanterías. De vez en cuando, alguna exposición de pintura
para mostrar bodegones, flores y uvas de la tierra, o aprovechan sus salones
para alguna reunión o para celebrar un acto oficial, por ejemplo, una asamblea
de turismo. Representan la evasión y el descanso de lo burgués.
Una reunión de
carácter informal, sin cánones, ni
reglas, ni órdenes del día tajantes y bien delimitados, abierto a cualquier
palabra, en teoría podría ser el punto básico para el lanzamiento de una
cultura independiente -no hablemos de contracultura-. Y este terreno está
dominado por la Tertulia Indaliana que ya cuenta con cierto aire ancestral. Sin
embargo, a pesar de contar con las bases y una oportunidad única para su
concienciación, da la casualidad que es refugio de la nostalgia -cuestión que
no es atacable en algunas circunstancias- al mando del pintor Jesús de Perceval.
El aire de la reacción es lo que predomina a pesar del carácter abierto, donde
la defensa de opiniones no desemboca en diálogo lógico del medio, sino en casi
‘una cuestión de honor personal’. Los temas llegan a transformarse en algo
ajeno a la realidad y se da lugar al cotilleo, al despotismo ilustrado, la
defensa de lo permanente e intentos de atraer a la juventud que casi siempre
fracasan, a pesar de que se anunció hace meses una reunión de la juventud almeriense
y luego sólo acudieron los chicos de la OJE, en una situación que se había
preparado de antemano. La Tertulia, en conclusión, pudiera estar bien en cuanto
medio, pero no en cuanto a las personas…”
Desde
este punto de vista, la ‘gran esperanza’ que surge está en el Ateneo de Almería,
que es la entidad que ha organizado el ciclo sobre los intelectuales y la
conciencia regional. Y además surge como un proyecto nuevo, al margen de los
indalianos, bajo la atenta vigilancia del sistema, aun teniendo en cuenta que
el presidente-fundador José María Artero no levanta muchas sospechas.
Por
otra parte, está el Colegio Universitario que organiza muchas de sus
actividades, “al margen y casi en forma de república independiente…, organiza
sus actividades en régimen interno para evitar la solicitud del permiso
gubernativo. Y por eso algunos almerienses, los universitarios, oyen y discuten
sobre el movimiento obrero y contemplan, por ejemplo, la figura de Raúl Morodo”,
en 1975, con Franco todavía agonizando. Esta realidad almeriense, las
expectativas culturales en búsqueda de nuevos horizontes, constituye la
síntesis final del artículo sobre el panorama intelectual almeriense: “¿Y el pueblo
de Almería? Esa es otra cuestión. Por ahora nadie discute los problemas de la
opresión, del subdesarrollo, del analfabetismo, de la falta de puestos de
trabajo, de la representatividad, libertad, etc. El pueblo almeriense vive
todavía entre fronteras, quizá un poco todavía al margen de Andalucía, puesto
que se siente marginado, incluso dentro de la región. Y en cierto modo, a lo
mejor o a lo peor, así son las cosas de Almería. Y uno se pregunta si el
intelectual almeriense es un intelectual y si es andaluz de los de ahora”.
La
provincia almeriense vive también el fervor de un renacer teatral. Y en este
aspecto, adquiere resonancia El Ejido con un certamen regional que con el
tiempo se constituirá como uno de los festivales referentes de la escena de
Andalucía. Y de eso se hace eco La Ilustración Regional. En 1975, el grupo La
Garrocha de Huelva se lleva el premio regional de El Ejido con una versión de Antígona
de Bertold Brecht. En este despertar, la visión periodística hacia este entorno
provincial es crítica: “Por lo demás esta provincia sigue siendo un poco la tierra
del silencio, sin que se hay llegado a la ley de la ‘omertá’ siciliana. Esta
comparación sirve para descifrar el ambiente del casi-miedo del que todos
hablan, oyen los problemas pero a la hora de la verdad se presenta la
desconfianza, el arraigo, la sensación de que todo es subterráneo o casi…”.
En
fin, que La Ilustración Regional, como la mayoría de las revistas con sentido
crítico, de la época, sucumbió por la cuestión económica, pero también es
verdad que este tipo de publicaciones molestaba en todas las direcciones y por
eso se programó su defunción. Para quitarle obstáculos a la sociedad de consumo
que, al final, es la que ha triunfado y provocado este desmoronamiento de la
democracia. En Andalucía, en España y en Europa.
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