Kayros
Periodista
Una
encuesta no es más que un sondeo sobre un universo imaginario. Sus resultados
ni son dogmáticos ni inmutables por incompletos. No obstante sirven de
orientación. Ayer conocíamos el barómetro 28-F de Conmentia que ofrece una
clara ventaja del PSOE sobre el PP en Andalucía. Por lo visto ni la caída del bipartidismo,
ni los treinta y cuatro años de hegemonía de la izquierda, ni siquiera el hecho
de que tres de cada cuatro andaluces no vean recuperación económica alguna,
ayuda para bajarse del burro. El PSOE ganaría otra vez por 4,8 puntos.
¿Cuál
puede ser la razón más profunda y más antigua de tal acontecimiento demoscópico?
Para mí la almendra se encuentra en la memoria. Este pueblo no olvida. Cuando
los andaluces oyen decir que lo socialistas llevan demasiado tiempo en el poder
(la prensa de derechas lo repite todos los días) la gente que va a comprar el
pan, lleva al niño al colegio o sale del ambulatorio se hace este raciocinio:
son treinta años, sí, pero ¿qué es eso para los siglos que nos gobernaron los
duques y los grandes de España?
Aquí
sucedió algo increíble. El 28-F los andaluces saltaron la valla del artículo
151 como si fueran subsaharianos. No invadieron ningún país extraño. Querían
gobernar su tierra ellos mismos y no los enviados del Gobierno de Madrid. Los
conservadores pusieron todos los obstáculos imaginables pero al final accedimos
a una autonomía de primera. Si miran el mapa de España, casi todo el territorio
está pintado de azul menos Asturias y Andalucía.
Tiempos
de miseria y de hambre, de humillación y de exilio. Es lógico que los jornaleros
defiendan el Estado del bienestar. Han probado la ventaja de una educación pública
que acerca la universidad para sus hijos. Saben que la sanidad no será ya solo un
privilegio para las clases acomodadas. Y están convencidos de que éste es el
camino más corto para terminar con las desigualdades.
Por
eso, a pesar de la corrupción y de los muchos defectos de la nomenclatura
socialista, los
públicos siguen votando a la izquierda. Si el PP fuera un dechado de virtudes públicas
todavía, pero con la peste bíblica que asoma en Valencia y Madrid, para no hablar
de Bárcenas y sus contabilidades B, ¿qué quieren que haga la gente decente?
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