Kayros
Periodista
Leo
la prensa local y me entero de que han puesto un muro para tapiar sine die los
túneles construidos hasta el momento para el AVE. Dicen que es para seguridad
de la obra, para evitar que entren los vándalos en las instalaciones. En esta
época de Atilas sueltos por las calles no parece mala iniciativa si no fuera
porque los tapiados evocan para los almerienses otra larga travesía por el
desierto en lo que se refiere a comunicaciones ferroviarias.
Túnel tapiado |
Cuando
íbamos por carretera a Murcia, al pasar cerca de Sorbas veíamos el complejo aparataje
y las muchas oficinas y dependencias que una obra de esta índole requiere. No
disimulábamos una expresión espontánea de gozo. “Vaya, vaya, menos mal. Para que
luego digan que España no funciona”.Y bendecíamos la tuneladora que semeja una ballena
subterránea tragándose las montañas. Y ensalzábamos al mismo tiempo a los gobiernos
del PSOE y del PP que al menos una vez estaban de acuerdo.
Pero
está visto que los almerienses no podemos hacernos demasiadas ilusiones. El
tapiado de los túneles se parece a esos carteles que ponen a la entrada de
fincas: “Se prohíbe entrar a toda persona ajena”. Y ya la privaticidad no son
los trenes sino muchas cosas más. Son las carreteras, las variantes, los
hospitales, el viejo ayuntamiento, la estación del ferrocarril, mil
instalaciones tapiadas por la incuria del tiempo que necesitan otra mesa de las
infraestructuras y otros políticos más cercanos.
Claro,
cuando hablamos de grandes obras siempre te puede salir algún técnico que te calle.
¿No sabe que se necesitan cuatro mil millones para llevar adelante la parte de Murcia
y la de Almería. ¿En qué tiempo vive usted? Eso quisiera saber yo, porque todos los
días me cruzo con gente del paleolítico que todavía no se ha enterado de que
Almería está en la historia. En otros sitios lo hacen, ¿por qué aquí pasan las
edades sin que cambie casi nada?
La
técnica siempre es la misma. Primero se aprueba el proyecto. Después se
desaprueba. Luego se discute si no sería mejor cambiar alguna parte y dejar la otra
como está. Con los años, los periodistas nos hinchamos de quejarnos de las
malas comunicaciones y lo que no falla nunca es el tema en todas las campañas
electorales.
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