Isabel
Morillo
Jefa
de Andalucía de El Correo de Andalucía
El
debate sobre la transparencia está recorriendo peligrosos caminos en la
política andaluza. Los dirigentes han emprendido una inusual carrera por destapar
en la red sus sueldos. Una práctica correcta para que los ciudadanos sepan
cuánto le pagan a los políticos que los representan y para que puedan tasar si
es mucho o poco en función de cómo hacen el trabajo para el que han sido
elegidos. La presidenta de la
Junta , Susana Díaz, prometió durante su investidura que iba a
hacer pública su declaración de la renta y la de su pareja. Lo hizo en dos
semanas y arrastró a ese ejercicio a todo su Consejo de Gobierno.
Susana Díaz y Juan M. Moreno |
También se lo
ordenó que todos los diputados socialistas. Esto aún no se ha producido. Alegan
que han entregado sus declaraciones y las de sus cónyuges a los letrados de la Cámara y que éstos los
custodian a la espera de que se reforme el Reglamento del Parlamento. Antes
hubo un debate absurdo, emprendido por los socialistas, en los que invitaban al
resto de grupos a hacer lo mismo para desnudarse salarialmente todos a la vez.
Con
este debate recibió el PSOE al presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno
Bonilla, que esta semana se ha animado también a colgar en la web de su partido
su declaración. Frente a los 59.894,44 euros declarados por Susana Díaz como
consejera de la
Presidencia , el líder popular acreditó 104.432 euros de
ingresos anuales como secretario de Estado. El esposo de Díaz, José María
Moriche, empleado en una librería, ganó 15.171,55 euros.
La mujer de Moreno,
licenciada en Ciencias Políticas y alto cargo del Ayuntamiento de Madrid, no ha
hecho pública su declaración pero su sueldo es accesible en la web del
consistorio de la capital y asciende a los 85.000 euros anuales. ¿Se trata de
abrir una competición para ver qué familia lo gana mejor? ¿Aporta algo esta
carrera a la transparencia y a un mayor control de los responsables públicos?
¿No ganó lo mismo cualquier secretario de Estado socialista la pasada legislatura?
Fue
el PP el primero que, al poner sobre la mesa medidas de transparencia hace año
y medio cuando los partidos abrían el primer intento para llegar a un acuerdo
sobre iniciativas que permitan recuperar el crédito ante los ciudadanos,
reclamó que todos los altos cargos de la Junta y sus familiares hicieran públicos sus
ingresos y su patrimonio. Una medida desproporcionada porque nadie tiene la
culpa de compartir su vida con un cargo público.
Alegó el PP que, visto lo
visto con los ERE, esa era una iniciativa necesaria. Ahora Moreno Bonilla se
pregunta por qué su esposa, con la que vive en régimen de separación de bienes
y tiene su propia carrera profesional –brillante, por cierto– tiene que estar
en el foco, urgida por los socialistas a que revele su declaración ante
Hacienda. Ella, dijo, es «dueña» de sus decisiones. Y los cónyuges de los altos
cargos de la Junta
también. Faltaría más.
Se
ha animado el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, que tiene que «ir a
su pueblo a coger los papeles» de la declaración para poderla publicar y que
gana 2.700 euros netos al mes. Dice que no lo ha dicho antes porque no es cargo
público. También Moreno tardó porque primero no sabía donde tenía la
declaración y después creía tenerla entre las cajas de la mudanza del
Ministerio, según contó públicamente.
El
debate cae en la demagogia. La transparencia no consiste en que cualquiera,
mujer, padre, hijo o pareja de hecho, de un cargo público revele sus ingresos.
Hay que tener reglas claras . Los salarios de los responsables públicos y sus
declaraciones de bienes tienen que ser públicas. Hay que inventariar sus bienes
y patrimonio y que se compare lo que tenían al llegar al cargo y al irse. Es un
gesto de coherencia que el presidente del PP-A, cuyo partido ha denostado las
indemnizaciones de ex altos cargos, renuncie a su cesantía y opte por un
salario del partido.
Resulta llamativo que ya se admita, sin más, lo que se
sabe, que el objetivo de todos al designar a sus senadores es fijar un salario
público que ahorre gastos a la formación. Fue una barbaridad que todos los
diputados andaluces quisieran subirse la nómina a hurtadillas. Todo este debate
no acerca a los ciudadanos a la política. Así planteado, los aleja más.
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