Mónica Ureta
Periodista / El Correo de Andalucía
A nadie le gusta que le definan como una persona normal y mucho menos el día
en que vas a ser encumbrado ante más de un millar de compañeros y de los
jefazos. Suena a que eres del montón. Pero así describió ayer Juan Ignacio Zoido
a su sucesor. Dijo que Juan Manuel Moreno Bonilla «es un andaluz normal»
y la verdad es que es cierto. Los que conocen al alcalde de Sevilla
saben que a menudo es transparente, que habla sin filtros pero también sin
maldad. Quería decir que el nuevo líder del PP andaluz, a quien se le ha
confiado la titánica tarea de gobernar Andalucía, es un joven como cualquier
otro, sin de momento mucha envoltura de marketing.
Juan Manuel Moreno |
Esto que parece una obviedad es toda una novedad en los líderes de los
grandes partidos y, sobre todo, en el PP, una formación que carga con muchos
estereotipos en la mochila. El equipo del nuevo presidente regional sabe que hay
que explotar el filón del perfil alternativo de Moreno Bonilla y así lo han
hecho. En las tres semanas de maratón por Andalucía, este «chico» de
abuelo jornalero y padres emigrantes se ha jactado de recordar sus orígenes
humildes. La clausura del congreso no iba a ser menos y el gabinete de
prensa del PP-A le preparó un emotivo vídeo sobre su vida que le puso un nudo en
la garganta y le llenó los ojos de lágrimas. «Quizás debería haberlo visto
antes», confesó al tomar la palabra acongojado. En el vídeo explica cómo sus
padres tuvieron que emigrar a Cataluña a buscar un futuro. Montaron con un
«esfuerzo brutal» una tienda de ultramarinos y Juanma –como le llaman todos–
recuerda cómo le gustaba meterse por los pasillos a colocar las botellas en la
estanterías.
Con los sentimientos a flor de piel se subió a la tribuna para pronunciar su
discurso de presidente, pero no pudo contener las lágrimas cuando quiso dar las
gracias a las mujeres de su familia. En primera fila, su mujer, Manuela,
una rubia granadina con un currículum impresionante –premio extraordinario
nacional de su promoción de Ciencias Políticas– y embarazada de su tercer
hijo. A Manuela la conoció, como a muchos de sus amigos, en un mitin
del PP, por eso el partido está «absolutamente implicado en mi vida», aseguró.
Junto a su esposa se sentaba la madre de Moreno Bonilla, de luto riguroso –su
padre murió en enero– y sus hermanas. Todas embargadas de emoción. En otro
asiento su suegro, agricultor también, y correteando por el plenario, sus dos
hijos.
En la misma fila que su familia le escuchaba atentamente el público noble.
Los pesos pesados del partido y del Gobierno central desembarcaron ayer en
Sevilla para arropar al todavía secretario de Estado de Servicios Sociales e
Igualdad. Además de Mariano Rajoy, estaban dos personas que han mediado
para que Moreno Bonilla llegara a este cargo: Jorge Moragas, jefe del Gabinete
de Rajoy, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. No se
perdieron la clausura los ministros andaluces –Cristóbal Montoro, Miguel Arias
Cañete y Fátima Báñez– ni tampoco Ana Pastor, Ana Mato y José Manuel Soria.
También estuvieron en Fibes los presidentes de Extremadura, José Antonio Monago,
y Murcia, Ramón Luis Valcárcel, además de organizaciones empresariales,
sindicatos y asociaciones. Todos cantaron o escucharon el himno de Andalucía al
finalizar los discursos. Es lo que tiene celebrar el congreso el fin de semana
del 28-F.
Como cualquier acto donde acude el presidente del Gobierno, las medidas de
seguridad fueron impresionantes. Rajoy viajó a Sevilla en AVE –colgó en Twitter
una foto del paisaje que se veía desde su ventanilla– y llegó al Palacio de
Congreso flanqueado por los dirigentes anteriormente mencionados –además de
Javier Arenas– y muy blindado. Un escolta frenó a un joven, que había
pedido al presidente que le firmara un autógrafo en el casco de la moto, pero
Rajoy estampó su firma y también se hizo alguna foto con algunos
simpatizantes.
Punto y seguido. A las dos de la tarde, Fibes se quedaba
prácticamente vacío. Muchas maletas y trolleys para poner rumbo a casa. El nuevo
líder, que ha vivido sus días más intensos y más importantes políticamente, se
fue con los suyos a comer y a descansar. «Casi no he podido dormir. Me he
levantado a las 6 de la mañana. Estoy como una moto», explicó ante más de 1.500
compromisarios populares. A los periodistas confesó un día antes que
está «abrumado» por todas las muestras de cariño y de apoyo recibidas desde
todos los rincones de Andalucía. En el Palacio de Congresos una señora
a la que no conoce de nada le enseñó una foto suya que lleva en la cartera. No
está acostumbrado a tanta devoción.
Hay muchas expectativas puestas en él y ahora tiene que demostrar que no sólo
tiene buena pinta. Le hace falta consolidar su estrategia, mensajes y proyecto.
Lo que nadie puede negar es que el nuevo presidente del PP andaluz irradia
ilusión y que intenta impregnar sus discursos de optimismo y de humildad. Ayer
se despidió pidiendo disculpas por anticipado por las «meteduras de
pata» que seguro cometerá. «Soy primerizo», recordó.
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